
Estados Unidos e Israel han, según fuentes confiables, "aniquilado" o "dañado gravemente" las instalaciones nucleares de Irán, pero mientras el régimen y sus aliados terroristas sigan existiendo, la misión no estará cumplida.
"El ejército convencional pierde si no gana. La guerrilla gana si no pierde", observó Henry Kissinger en 1969.
El dominio continuo de Irán y sus aliados terroristas sigue siendo una amenaza importante para la seguridad y la estabilidad en Medio Oriente. No debemos olvidar que su objetivo principal es destruir no solo a Israel (el "Pequeño Satán"), sino también a Estados Unidos (el "Gran Satán").
El ataque estadounidense a tres sitios nucleares subterráneos en Irán constituye, sin duda, un golpe severo al régimen iraní y a su programa de armas nucleares. La "Guerra de los Doce Días" de Israel contra el régimen iraní —durante la cual murieron decenas de científicos nucleares iraníes y altos mandos militares e inteligencia, y se destruyeron defensas aéreas de Irán junto con muchos de sus lanzadores de misiles— también infligió un duro golpe al régimen de los mulás.
El régimen iraní puede haber perdido sus instalaciones nucleares, pero no ha perdido su apetito por matar judíos y borrar a Israel del mapa.
Las operaciones militares israelíes y estadounidenses contra Irán deberían ser seguidas por una campaña masiva para acabar con el dominio del régimen actual. ¿Habrían dejado las fuerzas aliadas al Partido Nazi en el poder en Alemania tras la Segunda Guerra Mundial?
Idealmente, esa campaña debería ser liderada por el propio pueblo iraní con el respaldo de países occidentales, incluyendo a Estados Unidos, y de árabes y musulmanes que se oponen al régimen iraní y lo ven como una amenaza directa a su seguridad nacional. Estos países incluyen a Arabia Saudita y otros estados del Golfo, además de los gobiernos reconocidos de países donde operan antiguos y actuales aliados de Irán: Yemen, Líbano, Siria e Irak. Cooperarán una vez que vean que Estados Unidos está decidido a enfrentar, y no a apaciguar, a quienes amenazan la seguridad y estabilidad de los países árabes.
La campaña debe incluir presión diplomática y económica contra Irán. Reforzar las sanciones directas, secundarias e indirectas impuestas a Irán es una forma de socavar su régimen y acelerar su colapso. Desafortunadamente, la Administración Biden hizo lo contrario: las exportaciones de petróleo crudo iraní han aumentado más del triple en los últimos cuatro años, según la Agencia de Información Energética de Estados Unidos.
El presidente Donald J. Trump, lamentablemente, dio señales de continuidad la semana pasada al invitar a Irán a seguir enviando su petróleo a China e invitar a China a comprarlo. Trump parece creer que puede domesticar a esto dos enemigos de Estados Unidos y Occidente mostrándoles que no representa una amenaza: "Ojalá el liderazgo de Irán entienda que a menudo se logra más con MIEL que con VINAGRE", escribió recientemente. Es un comienzo constructivo para una negociación, pero podría resultar irrealista muy pronto. Con China, Rusia, Corea del Norte, Venezuela, Cuba, e Irán y sus aliados, Trump podría estar subestimando la intensidad de sus objetivos.
A principios de este año, la Administración Trump impuso sanciones a varias refinerías chinas que compraban petróleo crudo iraní como parte de una campaña de "máxima presión" sobre Irán. Levantar estas sanciones dio un salvavidas tanto a Irán como a China. Trump parece esperar que el comercio y la prosperidad puedan reemplazar la hostilidad y la agresión.
Sin embargo, aumentar la presión económica sobre Irán debilitaría a sus aliados terroristas: Hamás, la Yihad Islámica Palestina (YIP), Hezbolá con base en Líbano y los hutíes en Yemen. Sin el apoyo financiero y militar de Irán, estos grupos no podrían continuar su guerra genocida contra Israel. Con un Irán enriquecido, vendiendo libremente su petróleo a China, la tentación de reconstruir una maquinaria de guerra podría ser difícil de resistir.
Los cuatro grupos terroristas respaldados por Irán también han sufrido duros golpes por parte de Israel desde la invasión del 7 de octubre de 2023 liderada por Hamás. Ese día, más de 1.200 israelíes y extranjeros fueron asesinados y miles más resultaron heridos. Otros 251 israelíes y extranjeros fueron secuestrados y llevados a la Franja de Gaza, donde 50 —vivos y muertos— aún permanecen como rehenes.
Desde el inicio de la guerra, Israel ha eliminado a miles de terroristas de Hamás y la YIP, incluidos decenas de comandantes militares de alto rango, y ha destruido las capacidades militares de estas organizaciones. Sin embargo, la misión seguirá inconclusa mientras Hamás continúe controlando la Franja de Gaza. No hay alternativa a una derrota total (y humillante) de estos dos grupos terroristas respaldados por Irán, responsables de la peor atrocidad contra los judíos desde el Holocausto. El debilitamiento o eliminación del régimen iraní solo puede facilitar la tarea de eliminar a Hamás y la YIP en Gaza, y liberar a todos los rehenes israelíes que tienen en su poder.
Lo mismo aplica a los otros aliados terroristas de Irán. Hezbolá pagó un alto precio por decidir atacar a Israel para apoyar a Hamás inmediatamente después del 7 de octubre. Israel ha matado a la mayoría de los líderes políticos y militares de Hezbolá, y ha destruido una parte significativa de su arsenal de armas. Sin embargo, Hezbolá aún sigue activo y probablemente se esté rearmando y reorganizando para lanzar más ataques con cohetes y drones contra Israel en el futuro. Al igual que Hamás y la YIP, la supervivencia de Hezbolá depende en gran medida del apoyo financiero y militar continuo de Irán.
Permitir que los mulás iraníes permanezcan en el poder significa permitir que sus aliados terroristas continúen la guerra santa (yihad) contra Israel. Hamás, la YIP, Hezbolá y los hutíes de Yemen no han renunciado a su sueño de destruir a Israel y reemplazarlo por un estado islámico terrorista. Los mulás en Irán seguirán gritando "Muerte a Israel" y "Muerte a América" mientras sus aliados en las fronteras norte y sur de Israel continúan planeando más masacres al estilo del 7 de octubre.
Aunque está a miles de kilómetros de Israel, la milicia hutí en Yemen, mientras siga recibiendo apoyo político y militar de sus padrinos en Irán, seguirá disparando misiles balísticos contra Israel.
Significativamente, el lema de la milicia hutí es: "Dios es grande, Muerte a América, Muerte a Israel, Maldición a los judíos, Victoria al Islam".
Este lema también resume el objetivo de la República Islámica de Irán y sus aliados: destruir a Israel y a Estados Unidos. Es un objetivo que los mulás de Irán y sus aliados evidentemente están decididos a perseguir, con o sin armas nucleares.
Es hora de que la Administración Trump y sus aliados occidentales comprendan que no puede haber acuerdos genuinos ni compromisos con yihadistas sunitas o chiitas que consideran a Estados Unidos e Israel como el gran y el pequeño "Satán".
Si Estados Unidos y Occidente no quieren involucrarse directamente en un cambio de régimen en Irán, al menos deberían alentar y respaldar a los individuos o grupos opositores que trabajan para derrocar al régimen islamista iraní. Reinstaurar las sanciones económicas a Irán podría ayudar a acelerar la caída de los mulás y de sus aliados terroristas. Esa es la única forma de traer paz y estabilidad a Medio Oriente y prevenir más violencia y derramamiento de sangre. Cuando tus enemigos dicen que quieren eliminarte, tienes todo el derecho de eliminarlos primero.