El aparentemente poderoso líder chino, Xi Jinping, ha creado su propia oposición. Tras convertirse en el gobernante del país, a finales de 2012, arrebató el poder a todo el mundo y encarceló a decenas de miles de críticos purgados en lo que él presentó como unas campañas "contra la corrupción". Lamentablemente, los problemas de Xi pueden convertirse en nuestros problemas. El virulento antiamericanismo chino sugiere que Xi está buscando una justificación para golpear a EEUU. En la imagen (Kevin Frayer/Getty Images), Xi en el Gran Salón del Pueblo de Pekín, el 28 de mayo de 2020. |
Cuando los camioneros tomaron la capital canadiense, Ottawa, y cerraron los puestos fronterizos de Canadá con EEUU, hubo quien habló de "insurrección nacional". Por otro lado, ha habido manifestaciones multitudinarias en todo el mundo democrático. Después de dos años de todo tipo de decretos y medidas de control de enfermedades, la gente ya ha tenido suficiente.
No ha ocurrido lo mismo en el país más poblado del mundo, que mantiene los más estrictos controles anti-covid del planeta. No hay protestas populares en la República Popular China.
Y aun así China no disfruta de estabilidad y Xi Jinping afronta sus "últimos días", según se afirma en un ensayo publicado ciertas figuras que se le oponen (v. más abajo). La revuelta no está teniendo lugar en la sociedad sino en la cúpula del Partido Comunista. Gregort Copley, presidente de la International Strategic Studies Association, ha declarado a Gatestone que el aparentemente poderoso líder chino tiene "una enorme cantidad de enemigos domésticos".
Fue el propio Xi quien creó esa oposición. Tras convertirse en el gobernante del país a finales de 2012, arrebató el poder a todo el mundo y encarceló a decenas de miles de críticos purgados en lo que él presentó como unas campañas "contra la corrupción".
Asimismo, explotó la pandemia en su beneficio. "La política de cero covid seguida por Xi tiene de hecho menos que ver con detener la difusión del covid que con la supresión de sus enemigos internos, tanto dentro como fuera del partido", afirma Copley, que también dirige Defense & Foreign Affairs Strategic Policy.
Esa "enorme cantidad" de enemigos está empezando a contragolpear. Donde es más vulnerable Xi es en la gestión de la paralizada economía nacional. Y es que las medidas draconianas contra el covid –test masivos, rastreo meticuloso de los contagios, confinamientos estrictos– han socavado el consumo, que Pekín siempre ha considerado el factor económico primordial.
Pekín ha entrado en pánico y el mes pasado inyectó casi un billón de dólares en nuevos créditos, lo que supuso un incremento récord. Los tecnócratas chinos se han ido haciendo taimados y se han embarcado en lo que Andrew Collier, de Global Source Partners, denomina "estímulos en la sombra", esto es, estímulos procurados por entidades locales que permiten al Gobierno central no dar cuenta de nuevos gastos.
China necesita una economía vibrante para cubrir sus enormes deudas, provocadas en buena medida por el sobreestímulo de la economía que ha acometido Pekín, especialmente a partir de 2008. Cuando se toma en cuenta la oculta, la deuda total del país se sitúa en torno al 350% de su PIB.
Así las cosas, cómo sorprenderse de que haya compañías chinas que se están declarando en bancarrota. La crisis de deuda es tan grave que puede echar abajo la economía de China, así como sus sistemas político y financiero.
Durante tres décadas, quien estaba al frente del país era mayormente inmune a la crítica porque todas las decisiones trascendentales las tomaba junto con otras figuras destacadas del Partido Comunista. Pero cuando Xi Jinping tomó el poder acabó también con la rendición de cuentas; en otras palabras, no hay otro a quien responsabilizar. Como las cosas no van como es debido en los últimos años, Xi, a menudo llamado "el Jefe de Todo", está cargando con el muerto.
Hay signos de que en la cúpula la discordia se está intensificando. El más reciente es el ensayo de 42.000 caracteres firmado por "Fang Zhou y China" (Fang Zhou es un pseudónimo que significa "arca") y titulado "Una evaluación objetiva de Xi Jinping". Esta larga diatriba contra Xi, publicada el 19 de enero en 6park, sitio patrocinado por China, parece ser obra de varios miembros de la facción del Partido Comunista de Shanghái liderada por el expresidente Jiang Zemin, que no deja de atacar a Xi y ahora encabeza el ataque contra él.
La pieza de Fang recoge críticas previamente formuladas, pero no de una manera tan exhaustiva. Entre otras cosas, Fang acusa a Xi de arruinar la economía.
"Xi será el arquitecto de su propia derrota", se lee al final de la soflama, en una sección titulada "El desenlace de Xi Jinping" o "El fin de los días. "Su estilo de gobernar es sencillamente insostenible; no hará sino producir nuevos y más graves errores políticos".
Fang dice que Xi supo sacar tajada de una oposición débil pero que no ha logrado gran cosa. "Las políticas de Xi han sido regresivas y derivativas; sus éxitos, menores; y sus errores, numerosos", escribe Geremie Barme, de la Asia Society, que tradujo el ensayo, resumiendo los pensamientos de Fang. Fang cree que Xi "no merece ni un cero".
Xi no es alguien que permita que una década de cero se interponga en su mandato. Las normas del Partido Comunista requieren que abandone el cargo en el 20º Congreso Nacional, que, si se cumple la tradición, tendrá lugar en algún momento del próximo otoño. Obviamente, él quiere un inaudito tercer mandato como secretario general, para que pueda ser, como dicen los observadores externos, "dictador de por vida". La mayoría de los expertos esperan que consiga esa nueva reelección.
Puede ser. Pero el ensayo de Fang Zhou muestra que hay líderes en el Partido Comunista dispuestos a poner en riesgo la estabilidad aireando en público su malestar. Xi sabe que está en el combate de su vida.
Por desgracia, los problemas de Xi se han convertido en nuestros problemas. Por varias razones de política interna, tiene una baja tolerancia al riesgo y numerosos motivos para arremeter contra algún país para desviar las críticas de las élites y el descontento popular.
En 1966 Mao Zedong, el primer gobernante del Partido Comunista chino, lanzó una Revolución Cultural que se extendió por espacio de una década para derrotar a sus enemigos políticos. Xi está haciendo lo mismo ahora, especialmente con su programa sobre la "prosperidad común", que podría llevar a China de vuelta a los años 50 del siglo pasado.
Ahora bien, a diferencia de Mao, Xi tiene el poder de sumir al mundo en una guerra, y pronto.
Xi está poniendo en la mira a EEUU. El 29 de agosto del año pasado, el People's Daily, la publicación china más autorizada, acusó a EEUU de lanzar "bárbaros" ataques contra la nación china. El día 21 de ese mismo mes, el Global Times, tabloide controlado por el People's Daily, insinuó que EEUU estaba trabajando con los "enemigos" de China.
El Partido Comunista de China siempre ha considerado que su lucha contra EEUU es existencial –en mayo de 2019 el People's Daily declaró una "guerra popular" contra América—, pero la hostilidad se ha hecho mucho más evidente en el último año.
El virulento antiamericanismo de Xi Jinping sugiere que éste está buscando una justificación para atacar a EEUU. El régimen chino a menudo utiliza sus medios para lanzar primero la advertencia y remarcar luego sus acciones.
Estados Unidos ya ha sido advertido.
Gordon G. Chang, autor de The Coming Collapse of China ("El inminente colapso de China"), es distinguished senior fellow y miembro del Consejo Asesor del Gatestone Institute.