Últimamente, representantes palestinos en Ramala han estado compitiendo entre sí por emitir comunicados respecto a las conversaciones de paz secretas con Israel. Todos ellos han tenido un tema en común: responsabilizar a Israel del previsible fracaso de dichas conversaciones, patrocinadas por Estados Unidos.
En reuniones informativas con periodistas palestinos, algunos de los representantes han ido tan lejos como para amenazar con retirarse de las negociaciones si siguen las construcciones en los asentamientos. Semejantes declaraciones y amenazas han acompañado las conversaciones desde que se reanudaron, hace algunas semanas.
La OLP, Al Fatah y miembros de la Autoridad Palestina han descrito las conversaciones como "fútiles", "improductivas", "una pérdida de tiempo" y "un pretexto para que Israel prosiga con su política de crear nuevos hechos sobre el terreno".
Entre los representantes que han hablado sobre las conversaciones de paz se encuentran el jefe de los negociadores de la OLP, Saeb Erekat; el secretario general de la OLP, Yaser Abed Rabo; un miembro del comité ejecutivo de la OLP, Wasel Abu Yusef, y un miembro del Comité Central de Al Fatah, Nabil Shaath.
Otros también han informado a la prensa "con la condición de permanecer en el anonimato", lo que viola los acuerdos alcanzados con los norteamericanos, según los cuales israelíes y palestinos se abstendrían de hablar de las negociaciones de paz.
Hay una serie de razones por las que los palestinos están hablando más sobre las negociaciones.
En primer lugar, sus declaraciones y amenazas tienen como finalidad que la Administración estadounidense ejerza presión sobre Israel para que éste satisfaga las exigencias de la Autoridad Palestina, entre las que se cuentan la de detener todas las construcciones en los asentamientos y la de que haya un representante norteamericano en las negociaciones.
Los palestinos esperan que la participación de un enviado de EEUU en la mesa de negociaciones con Israel ayude a presionar al Gobierno de Jerusalén para que suavice sus posiciones respecto a una serie de cuestiones, como la de los asentamientos. Además, están decepcionados por que el enviado estadounidense Martin Indyk haya asistido tan sólo a una de las cinco rondas celebradas.
En segundo lugar, las declaraciones de los palestinos y sus amenazas de retirarse de la mesa van dirigidas a su propio pueblo, que no ha apoyado demasiado la decisión de los dirigentes de la Autoridad Palestina de reanudar las conversaciones con Israel. Las observaciones que han realizado están ideadas para asegurar al público palestino que sus negociadores no tienen intención de hacer concesiones "inaceptables" a los israelíes.
En tercer lugar, los comentarios de los representantes palestinos respecto a la "intransigencia" y "arrogancia" de los israelíes pretenden allanar el camino para hacer a Israel completamente responsable del fracaso de las negociaciones. El mensaje que intentan hacer llegar a su gente y a la comunidad internacional es que el Gobierno israelí, contrariamente a su postura pública, no está interesado en la paz.
Al hacer sonar las alarmas anticipadamente, los palestinos esperan que, cuando las conversaciones fracasen, puedan decirle al mundo: "¿Lo veis? Os dijimos desde el principio que estos israelíes no quieren la paz".
Pero estas declaraciones y amenazas han demostrado también ser contraproducentes. Cuanto más hablan de "inutilidad" y de "inefectividad", más crece la oposición a las negociaciones con Israel. Por supuesto, también existe la posibilidad de que este tipo de retórica antiisraelí pueda desencadenar otra oleada de violencia entre ambas partes.
No es sorprendente, por tanto, que los palestinos hayan estado celebrando manifestaciones semanales en la Margen Occidental y en la Franja de Gaza contra las mismas conversaciones que son ridiculizadas y ninguneadas por sus propios líderes y negociadores. ¿Por qué tendría ningún palestino que estar a favor de las conversaciones de paz, cuando sus dirigentes están declarando, casi a diario, que no son más que una pérdida de tiempo?
Irónicamente, mientras los dirigentes palestinos incitan a su pueblo contra las negociaciones, también despliegan agentes antidisturbios para que disuelvan manifestaciones contrarias a las mismas. Esto ha sucedido en varias ocasiones durante las pasadas semanas, tanto en Ramala como en otras ciudades palestinas. Hace dos semanas, cinco palestinos resultaron heridos en un violento enfrentamiento contra la Policía ante el cuartel general Mahmud Abás en Ramala.
Cuando se le preguntó por qué los palestinos no cumplen su amenaza de retirarse de las improductivas conversaciones, un alto cargo palestino explicó:
No podemos retirarnos en este momento debido a las presiones norteamericanas y europeas. Seguiremos con las conversaciones entre seis y nueve meses para, al final, demostrarle al mundo que Israel no está interesado en la paz.
Por ahora, la estrategia de la Autoridad Palestina es seguir conversando a la vez que culpa a Israel de la falta de avances.
Los representantes palestinos esperan que, para cuando las conversaciones fracasen, el mundo habrá asimilado su mensaje: los israelíes no están interesados en la paz. El próximo paso sería buscar la intervención y la presión internacionales para obligar a Israel a aceptar todas sus exigencias, entre ellas una completa retirada a las fronteras anteriores a 1967.