Un par de días después de la matanza de 30 ciudadanos británicos en una playa tunecina, el primer ministro del Reino Unido, David Cameron, reprendió a su entrevistador de la BBC por usar la denominación Estado Islámico. El señor Cameron vino a sugerir que debería haber dicho "el denominado Estado Islámico", usado el acrónimo EIIL o empleado el término árabe Daesh.
Ninguna de esas sugerencias es factible. El Ejército Republicano Irlandés (IRA) jamás fue el ejército de la República de Irlanda, sino un grupo de terroristas sectarios que decían luchar por una comunidad muy asqueada por sus acciones. Durante su campaña de tres décadas de atentados con bomba y asesinatos, la BBC jamás se refirió al IRA como "el denominado IRA". El grupo se llamaba a sí mismo IRA, y así se le conocía. Uno puede querer llamar a estos grupos otra clase de cosas, pero denominarlos de la manera en que lo denominan sus líderes es la opción más sencilla de presentar los hechos y no empantanarse en la nomenclatura.
Las otras alternativas del primer ministro –denominarlo EIIL o Daesh– están igualmente condenadas al fracaso. EIIL significa, simplemente, "Estado Islámico de Irak y el Levante", mientras que Daesh es el acrónimo árabe para lo mismo. Si el objetivo de todo este juego de palabras es que el público disocie el Estado Islámico del islam, me parece que hay pocas esperanzas de que se contribuya demasiado a romper el vínculo. Después de todo, ¿qué pasaría si alguien preguntara por qué lucha el EIIL o Daesh? ¿Qué debería respondérsele?
Por supuesto, estamos ante el mismo problema que cuando el primer ministro y otros líderes mundiales dicen eso de "El islam es una religión de paz". Como es perfectamente comprensible, están tratando de separar a los más de mil millones de musulmanes que hay en el mundo (y específicamente a las decenas de millones que hay en las democracias occidentales) de sus violentos correligionarios yihadistas. Al mismo tiempo, y de nuevo comprensiblemente, esperan transmitir a los no musulmanes que no deberían culpar a los musulmanes por lo que hace esa violenta minoría.
Es un propósito loable, pero está condenado al fracaso porque la opinión pública ya no tiene en los políticos y los medios de referencia sus únicas fuentes de información. Puede perfectamente ir a internet y encontrar las cosas por sí misma, y en esta creceiente brecha que separa lo que dicen los políticos de lo que la opinión pública puede encontrar fácilmente por sí misma hay un auténtico peligro a medio plazo.
¿Por qué la opinión pública no les cree cuando dicen que "el denominado Estado Islámico" no tiene nada que ver con el islam? El primer ministro del Reino Unido, David Cameron (i), y el presidente de EEUU, Barack Obama (d). |
Sin lugar a dudas, todo esto es un recordatorio de que, si estamos en guerra con el ISIS, es una guerra que estamos luchando muy mal. Reparen en algo que dijo la contraparte americana de Cameron una semana después de las declaraciones de éste. El presidnete Barack Obama dio una conferencia de prensa en el Pentágono en la que también habló del grupo que no debe ser nombrado. Ahí, Obama dijo que la lucha contra el ISIS no era "simplemente un esfuerzo bélico", y añadió: "Las ideologías no se derrotan con armas, sino con mejores ideas, con una visión más atractiva y persuasiva".
Por supuesto, sugerir que hay mucha gente que piensa que sólo la vía militar puede resolver el problema del ISIS es crear un hombre de paja. Sea como fuere, parece poco negable que al ISIS le va muy bien (y he aquí la razón de que consiga tantos reclutas) siendo vistos no solo a la ofensiva sino avanzando, ganando terreno tanto literal como metafóricamente. Cuando toman ciudades enteras en lo que solía ser Siria e Irak, los jóvenes radicalizados de todo el mundo que venían dudando si sumarse a ellos o no quedan galvanizados. Ahora bien, si quiebras militarmente al ISIS, ese aura de caballo victorioso se esfuma. Nadie puede unirse a algo que no existe.
El presidente Obama tiene razón al decir que una ideología no se derrota sólo en el campo de batalla. La destrucción del fascismo nazi en la década de 1940 se produjo por su completa derrota militar y por la toma de conciencia mundial de la maldad de la ideología nazi y de su absoluto fracaso moral y ético. Si la destrucción de la ideología del ISIS ha de ser completa, ha de aprenderse tal lección.
EEUU y sus aliados deberían preguntarse qué está yendo mal ahí. Aunque los que se nos van al ISIS constituyen sólo una ínfima minoría en sus propias sociedades (si bien son algo más numerosos en el Medio Oriente y el Norte de África), hemos de analizar cómo es que perdemos aunque sólo sea un puñado de individuos en la guerra de relaciones públicas con ese grupo.
Mientras los nazis trataron de ocultar al mundo sus peores crímenes, los seguidores del ISIS continuamente graban y distribuyen vídeos de éste. Entre las sociedades democráticas abiertas y libres y una en la que se decapita a las mujeres por brujería, se arroja desde azoteas a gais, se corta la cabeza a musulmanes y cristianos y se quema viva a la gente, una sociedad que encima nos hace el favor de grabar esos atrocidades y enviarlas a todos los confines del mundo, usted pensaría que no habría competición moral alguna. Pero la hay. Y no porque el ISIS tenga "mejores ideas, una visión más atractiva y persuasiva", sino porque su atrativo se nutre de una cosmovisión político-religiosa específica que no podemos derrotar si nos negamos a entenderla.
Por eso es tan importante lo del señor Camerin. Su estrategia, y la de Barack Obama, de fiarlo todo a persuadir a la sociedad de que el ISIS no tiene nada que ver con el islam es la misma que adoptan para persuadir a los jóvenes musulmanes de que no se unan al ISIS. Su táctica es tratar de negar algo que los musulmanes y los no musulmanes pueden ver fácilmente por sí mismos: que el ISIS tiene mucho que ver con el islam; la peor versión del islam, obviamente, pero una versión al fin y al cabo.
El ISIS puede destrozar su propia imagen entre los defensores de los derechos humanos y la democracia liberal. Pero la pregunta es cómo conseguir el mismo efecto entre gente que quiere ser muy musulmana y piensa que el ISIS es su medio. Entendamos sus demandas y poder de atracción, y trabajemos para socavarlos, y el ISIS se demostrará vencible no sólo en el campo de batalla sino en el de las ideas. Pero si nos negamos a reconocer lo que le mueve, o de dónde dice obtener su legitimidad, veremos que el problema no ha hecho más que empezar.