Según informa el Daily Telegraph, un órgano del Gobierno británico encargado de controlar los procedimientos de la lucha contra el terrorismo en los 44 cuerpos de policía del país ha reconocido haber empleado a "uno de los extremistas islámicos más conocidos de Gran Bretaña".
Abdulah al Andalusi, llamado en realidad Mulud Farid, trabajó para el Cuerpo de Inspectores de Policía de Su Majestad, donde tenía acceso a "información policial y de inteligencia clasificada y confidencial".
Andalusi pasó los controles necesarios a pesar de su reputación como colaborador de grupos extremistas como Hizb ut Tahrir, un movimiento islamista global, y CAGE, un grupo proyihadista que trabajaba en estrecha colaboración con el verdugo del ISIS John el Yihadista.
En Facebook, Andalusi ha afirmado que los talibanes pakistaníes han sido "demonizados" por "los medios occidentales" y los "pakistaníes progresistas". Andalusi sostiene que el intento de asesinato por parte de los talibanes de la niña Malala Yusefzai fue una consecuencia inevitable de la "política exterior occidental". Según Andalusi, los talibanes defienden la educación de la mujer, pero son "débiles" y "desconfiados" por la "invasión imperialista occidental."
Andalusi también asegura que "la democracia, el laicismo, el feminismo, el humanismo y la libertad" son "conceptos flagrantemente no islámicos".
En 2014 Andalusi y su organización, la Iniciativa Musulmana de Debate, se unió a CAGE, Hizb ut Tahrir y otros grupos salafistas y de la Hermandad Musulmana para manifestarse en apoyo de Moazam Beg, un antiguo recluso de Guantánamo que ha admitido haber proporcionado "armas de pequeño calibre y tácticas de montaña" a campos de entrenamiento de Al Qaeda.
En este acto, Andalusi habló junto a notorios extremistas como Haizam al Hadad, que describe a los judíos como "simios y cerdos"; Asim Qureshi, que urgió a los musulmanes británicos a "apoyar la yihad de nuestros hermanos y hermanas en esos países cuando se enfrentan a la opresión de Occidente", e Ismaíl Patel, un activista pro Hamás que defiende el asesinato de los adúlteros.
A principios de este año, durante una aparición en televisión, Andalusi se negó a condenar el asesinato de apóstatas. Además, no quiso comentar unas declaraciones en las que su ocasional compañero de intervenciones, Haizam al Hadad, apoyaba el maltrato a la mujer y el asesinato de homosexuales.
Después de que fuera elegida para gobernar Egipto, Andalusi criticó a la Hermandad Musulmana por implantar la ley islámica con lentitud. Dijo: ojalá "Dios apresure a Egipto hacia un futuro islámico (...) la guerra contra los opresores y el restablecimiento del Califato".
Asimismo, Andalusi ha escrito que la lucha en Siria demuestra que el mundo musulmán está dividido en dos bandos: el de "los derrotistas, los callados, los que suplican a Occidente y los colaboracionistas" y el de los que luchan con todo "por la justicia, la liberación y la recuperación del islam y el Califato".
Evidentemente, Abdulah al Andalusi no es un empleado adecuado para un cuerpo estatal que fiscaliza la lucha contra el terrorismo.
Y no es el único.
De hecho, hace sólo unos meses la Policía de Bedfordshire publicó una foto de uno de sus agentes manifestándose "contra los crímenes de odio y la intolerancia" con Qadir Baksh, presidente del Centro Islámico Luton. Baksh ha declarado que en un Estado islámico "ideal" la homosexualidad se penaría con la muerte.
La influencia extremista también se extiende a los programas contra el terrorismo. A principios de este mes, The Times publicó un editorial en favor de ciertos grupos e individuos que trabajan combatiendo el extremismo tras el escándalo Caballo de Troya.
The Times expresó su apoyo a un grupo de Birmingham denominado Barrios Respetables, organización benéfica que aparentemente procura a los escolares "una narrativa oportuna y poderosa contra el fanatismo y el martirio".
A cargo de ello está el director de la organización, Suleiman Samuel, que forma parte de Canal, un programa gubernamental contra el terrorismo. Canal trabaja para "salvaguardar a aquellos que están en riesgo de ser conducidos hacia el terrorismo". El Gobierno financia a Samuel directamente para que organice talleres para la juventud musulmana.
El mensaje de Samuel a los niños es que el ISIS y sus jaleadores deben ser rechazados. Sin embargo, Samuel es bastante más entusiasta de otras causas islamistas.
Sus publicaciones presentan una narrativa extremista. Difunde carteles que celebran los "67 años de resistencia" contra el Estado de Israel. Ha hecho circular mensajes en favor del grupo proyihadista CAGE, clamado que Israel está "planeando un Holocausto contra los civiles de Gaza" y promocionado al converso islamista pro Hamás Yvonne Ridley.
Samuel ha divulgado frecuentemente material escrito por Mayid Freeman, un comentarista islamista que anima a los musulmanes europeos a "hacer la yihad en Siria", y ha brindado homenajes al terrorista de Al Qaeda Anwar al Awlaki.
Además, Samuel difunde comentarios de gran número de predicadores extremistas. Ha promovido los puntos de vista del jeque Jalid Yasin, un predicador de origen norteamericano que llama al asesinato de homosexuales y al maltrato de las mujeres. El terrorista convicto Michael Adebowale, que decapitó al soldado británico Lee Rigby en las calles de Londres, ha dicho que Yasin era su fuente de inspiración.
Dadas las ideas y los predicadores que patrocina Samuel, es claro que no se le debería implicar en campañas contra el extremismo financiadas con fondos públicos. Pero para los medios y el Gobierno, los argumentos de Samuel contra el ISIS lo hacen un "moderado" de provecho.
Los periódicos están llenos de apoyo a grupos conflictivos. The Times ha informado del trabajo de Tauheedul, una organización benéfica que dirige siete centros educativos en Gran Bretaña. Su trabajo tras el escándalo Caballo de Troya le hizo merecedora de elogios. Jonathan Simons, máximo responsable de Educación en Policy Exchange, un prestigioso grupo de estudios londinense, ha declarado: "Tauheedul Education debería estar en boca de todos los gestores políticos".
El caso es que Tauheedul es una de las principales organizaciones benéficas del movimiento deobandi, la secta radical que de donde surgieron los talibanes en Afganistán.
Entre los predicadores que lideran el movimiento en Gran Bretaña se cuenta Riyad ul Haq, que ha instado a los musulmanes a "derramar sangre" por Alá. Según el mismo texto que ha saludado recientemente a la organización Tauheedul, Ul Haq y sus colegas deobandis han promovido "un odio raigal hacia la sociedad occidental, la admiración por el Talibán y un celo pasional por el martirio 'en nombre de Alá'".
Las escuelas Tauheedul se identifican abiertamente como instituciones deobandis.
En un instituto femenino de Tauheedul se ordenó a las niñas "llevar puesto el hiyab fuera del colegio y en caso casa" y "no llevar al colegio artículos de papelería con imágenes no islámicas".
Entre las personalidades a las que se ha invitado al referido centro se cuenta el clérigo saudí Abdul Rahman al Sudais, que tacha a los judíos de "cerdos" y "escoria de la raza humana". Asimismo, Al Sudais clama contra los "pecados" de las mujeres, como ir "sin velo, relacionarse con hombres y ser indiferentes al hiyab" [1].
Otros centros Tauheedul han invitado a predicadores como Ismail Menk, que califica a los homosexuales de "asquerosos", peores que "los perros y los cerdos".
En 2014, grabaciones ocultas emitidas por la televisión británica mostraron a personal de un centro Tauheedul defendiendo la prohibición de toda la música y que los homosexuales sean "lapidados hasta la muerte".
Pese a este largo historial de extremismo, en 2015 Abdul Hamid Patel, presidente ejecutivo de Tauheedul, fue nombrado comandante de la Orden del Imperio Británico.
Patel dirige otra organización benéfica islámica que alberga una serie de destacados clérigos deobandis y salafistas, empezando por Qari Ziyad Patel, que ha cantado nashids (canciones islámicas) en defensa del Talibán.
Una vez más, predicadores radicales e islamistas extremistas han sido recompensados y ensalzados en vez de marginados. Si Gran Bretaña quiere ganar la batalla contra el extremismo islamista, habrá de pedir a ciertos funcionarios que asuman su responsabilidad por elecciones harto irresponsables.
[1] John Bradley, Saudi Arabia Exposed: Inside a Kingdom in Crisis (New York: Palgrave Macmillan, 2006), 170.