El presidente Barack Obama puede haber saludado su acuerdo con Irán como un avance histórico, pero no es así como se está viendo en Arabia Saudí, que ha respondido al intento de acercamiento de Washington a Teherán con una escalada militar masiva.
Arabia Saudí es el más fiero rival de Irán en la región. La enemistad entre los dos países se remonta como mínimo a la revolución islámica iraní de 1979, y la familia real saudí ha expresado su profundo escepticismo sobre la inclinación hacia Irán de la política exterior de la Administración Obama. El propio Obama podrá escuchar estos puntos de vista con más contundencia por boca de Salman ben Abdulaziz al Saud, ya que el monarca saudí visita Washington este fin de semana.
En el pasado, el difunto ministro de Exteriores saudí Saud al Faisal habló profusamente de los peligros de un acuerdo entre EEUU e Irán, mientras que otros altos cargos de las fuerzas de seguridad saudíes han advertido de que el reino podría golpear por su cuenta si sus intereses se viesen amenazados por un acuerdo nuclear no satisfactorio. La manifestación más notoria de la desaprobación saudí vino en mayo, cuando el rey Salman rechazó asistir a una cumbre en Camp David en la que Obama esperaba tranquilizar a los líderes del Golfo.
Así que a nadie debería sorprender que, ahora que Obama ha rubricado su acuerdo con los ayatolás, los saudíes se hayan embarcado en una vasta escalada militar que promete cambios drásticos en el equilibrio de poder bélico regional.
Las preocupaciones institucionales en el establishment de defensa saudí sobre la amenaza que representa Irán ya han dado como resultado que el reino tenga el cuarto mayor presupuesto de defensa del mundo. Un reciente estudio del Instituto Internacional de Estudios Estratégicos de Londres calculó –a la baja– que en 2014 el gasto en defensa de Riad había sido de 59.600 millones de dólares, aunque otras estimaciones indican que creció un 17%, hasta los 80.800 millones. En cualquier caso, esto sitúa el gasto saudí por encima del británico (57.000 millones) y el francés (unos 80.000 millones).
Ahora que los saudíes están planeando establecerse como la indiscutible superpotencia militar del mundo árabe, para lo que se han embarcado en una carrera de gasto de 150.000 millones de dólares, sus Fuerzas Armadas verán duplicado su tamaño en el próximo lustro.
La nueva doctrina saudí de defensa, trazada por altos mandos militares en Riad, propone duplicar el tamaño de las Fuerzas Aéreas y pasar de unos 250 aviones de combate a 500. Se prevén aumentos de similar escala para las demás ramas de las FFAA, así que la Marina está preparada para ver aumentado en más del doble el tamaño de su flota y para adquirir su primera flota de submarinos. Arabia Saudí quiere igualmente adquirir una serie de sofisticados sistemas balísticos, sistemas de defensa aérea y carros de combate, mientras que el número total de efectivos listos para el combate se elevará por encima de los 500.000.
A este ritmo, Arabia Saudí sustituirá pronto a Egipto como la potencia militar más importante del mundo árabe.
La inmensa escalada militar de Arabia Saudí no se limita al armamento convencional. En una reciente entrevista con el Daily Telegraph de Londres, el príncipe Mohamed ben Nawaf ben Abdulaziz al Saud, embajador de Arabia Saudí en el Reino Unido, advirtió de que Riad no descartaría adquirir armas nucleares si Washington no ofreciera las salvaguardas adecuadas respecto a las ambiciones nucleares de Irán.
"Esperamos recibir garantías de que Irán no intentará conseguir este tipo de armamento", explicó el príncipe Mohamed; "pero si no, entonces todas las opciones estarán sobre la mesa para Arabia Saudí". Nawaf Obaid, experto militar saudí y profesor visitante en el Centro Belfer de la Escuela Kennedy de Harvard, ha declarado: "Arabia Saudí se está preparando para el caso de que Irán desarrolle armas nucleares".
Se sabe que Arabia Saudí tiene vínculos estrechos con Pakistán, donde se cree que el Dr. A. Q. Jan, padre del arsenal nuclear del país, ha recibido fondos saudíes para investigar sobre la construcción de una bomba atómica. Altos cargos norteamericanos han advertido de que Arabia Saudí ha tomado hace poco una "decisión estratégica" para comprar a Pakistán armas nucleares "listas para usar".
La escalada militar de Arabia Saudí es una respuesta directa a lo que muchos saudíes consideran la capitulación de Obama ante Irán. La doctrina militar identifica un Irán armado nuclearmente como una de las tres principales amenazas a las que el reino probablemente tendrá que enfrentarse en el futuro, junto al terrorismo y la inestabilidad regional.
La nueva doctrina amenaza con cambiar radicalmente el equilibrio de poder militar en el mundo árabe, un cambio que probablemente se vea con profunda preocupación en Israel. Poco antes de que Obama anunciara el acuerdo nuclear con Irán, los saudíes anunciaron que habían cerrado un acuerdo armamentístico con Francia de 12.000 millones de dólares, que comprende helicópteros y patrulleras.
Más armas, por favor. El rey Salman ben Abdulaziz de Arabia Saudí se despide del presidente Barack Obama en Riad, Arabia Saudí, el 27 de enero de 2015. (Imagen: Casa Blanca). |
La nueva política de reafirmación militar de Arabia Saudí se ha manifestado recientemente en el conflicto del Yemen, donde el Ejército saudí ha desempeñado un papel decisivo en la recuperación del puerto de Adén, muy importante desde el punto de vista estratégico, que había sido tomado por los rebeldes huzis con el apoyo de Irán. Como consecuencia de ello, el exiliado primer ministro yemení, Jaled Balah, ha podido regresar al país.
Tras su victoria en el Yemen, los saudíes tienen ahora la intención de concentrarse en Siria, donde es probable que de nuevo vuelvan a encontrarse en conflicto directo con fuerzas apoyadas por los iraníes. La familia real saudí está decidida a asegurar el derrocamiento del presidente sirio, Bashar al Asad, uno de los aliados regionales más importantes de Teherán, y cualquier intento de Riad de involucrarse más a fondo en el conflicto sirio resultará presumiblemente en una confrontación militar directa con Irán.
La tragedia de todo esto para la Administración Obama es que, si no hubiese sido por su obsesión por llegar a un acuerdo con Irán, habría podido elaborar una útil alianza estratégica con Riad para derrotar a los enemigos comunes, como el Estado Islámico (ISIS, ISIL), en Siria y en Irak.
Pero después del acuerdo con Irán los saudíes parecen decididos a ir por su cuenta, lo que significa que probablemente desarrollarán políticas agresivas en la región que no necesariamente serán del agrado de Washington, y sobre las cuales la Administración Obama podrá ejercer una escasísima influencia.