El jueves 22 de octubre, Suecia se conmocionó por un nuevo acto de locura aparentemente relacionado con el multilculturalismo.
Anton Lundin Pettersson, de 21 años, ataviado con una capa negra y un casco de Darth Vader, y armado con una espada y un cuchillo, entró en el colegio Kronan, en Trollhättan, y empezó a matar gente. Antes de ser abatido por la Policía, mató a una persona e hirió gravemente a otras tres. Una de ellas murió más tarde en el hospital.
En muchos aspectos, el ataque era similar al del Ikea de Västerås, el pasado 10 de agosto: personas al azar que son asesinadas por el color de su piel. En Ikea, un atacante negro mató a blancos; en el colegio, un atacante blanco mató a negros.
Las reacciones, sin embargo, fueron completamente diferentes. Tras lo de Ikea hubo silencio total. Pero el ataque del colegio está en todas las noticias. Un victimario blanco que mata a víctimas negras se considera, por lo visto, mucho peor que un victimario negro que mata a víctimas blancas.
Como la mayoría de los colegios en Suecia, las puertas del Kronan, al que van muchos estudiantes somalíes, están abiertas al público. Pocos minutos después de las 10 de la mañana, Anton Lundin Pettersson, nacido en Suecia y sin antecedentes penales, entró con un cuchillo y una espada en Kronan y empezó a atacar a la gente. La primera víctima de Pettersson fue un profesor auxiliar de 20 años, Lavin Eskandar, que, según los testigos, había intentado proteger a los estudiantes, pero fue atacado. Logró llegar tambaleándose hasta el patio, hasta que se desplomó y murió.
Durante su ronda por la escuela, Petterson parecía elegir a conciencia a sus víctimas. Creyendo que Pettersson iba disfrazado por Halloween, una alumna incluso le convenció para que posara en una foto con dos amigos suyos. El diario Expressen entrevistó a dos alumnos que estaban en una de las aulas por las que pasó Pettersson. Una chica describió el terror:
"Le vimos a través de la pared de cristal y pensamos que era una broma. Llamó a la puerta. Mi amigo le abrió. Entró en la clase y nos miró a todos. Después le clavó la espada a mi amigo en la tripa. Un compañero empezó a chillar, pero todos seguíamos pensando que era una broma. Cuando vimos chorrear la sangre corrimos hacia un lado. Hay un aula más pequeña junto a la nuestra, así que todos corrimos hacia allí".
La Policía llegó enseguida. A los dos minutos localizó a Pettersson y, cuando éste intentó atacarles, abrieron fuego. Petterson fue alcanzado en el pecho y murió en el hospital pocas horas después.
Al día siguiente, la Policía dio una rueda de prensa. Las cámaras de seguridad habían captado a Pettersson caminando por los pasillos del colegio. Dejó tranquilos a los estudiantes de piel clara, pero atacó a los que eran negros. Una de las víctimas, Ahmed Hassan, de 15 años, murió en el hospital. Otras dos víctimas, un estudiante de 15 años y un profesor de 41, están en el hospital con heridas graves; según las informaciones, están estables.
Aunque no hay nadie a quien llevar ante la justicia, la policía continúa su investigación, para intentar determinar cuál fue su móvil.
La policía dijo también en la rueda de prensa que había encontrado una especie de nota de suicidio en el apartamento del asesino. No se ha hecho público el texto exacto de la nota, pero según la policía, la carta deja claro que Pettersson quería frenar la inmigración, y que "no le parecía que Suecia se estuviese gobernando correctamente". El policía Niclas Hallgren dijo que la carta indicaba que el acto había sido planificado:
"Dice que el autor de los hechos tiene la intención de ir al lugar en cuestión y llevar a cabo el ataque. Dice que lo hará, y que la consecuencia final podría ser la muerte del autor de los hechos. (...) Sabemos que estaba dispuesto a acabar con su vida allí mismo, pero no puedo entrar en detalles respecto a cómo pensó que sucedería".
Aunque todo el mundo ha condenado el ataque, internet está lleno de gente que se pregunta por la gran diferencia con que ha reaccionado el establishment. Después de los asesinatos de Ikea, el Gobierno sueco no hizo ni una declaración pública, ni siquiera para lamentar la pérdida de la familia. Pero en cuanto se conoció la noticia del ataque en la escuela, el primer ministro Stefan Löfven dejó todo y se fue a Trollhättan a condenar la masacre, diciendo que era "un día negro para Suecia".
Los boletines de noticias y los debates televisivos estuvieron dedicados al ataque, y se centraron en el móvil racista. Tras el doble asesinato de Ikea, no hubo tales debates. Aún no hemos escuchado a nadie condenar el móvil racista del asesino de Ikea, Abraham Ukbagabir, migrante de Eritrea.
Cuando fue procesado la semana pasada, se supo que Ukbagabir le había dicho a la policía que había escogido a sus víctimas, Carola y Emil Herlin, porque "parecían suecos". Según el análisis psiquiátrico forense, Ukbagabir está "completamente ensimismado y solo ve a las demás personas como un medio para conseguir sus propios fines".
El doble asesinato que cometió fue al parecer un acto de venganza. Según informa la policía, dijo que se sentía tratado injustamente –creía que iba a lograr quedarse en Suecia–. Veía a Suecia como su patria y "si un enemigo te molesta, no tienes más remedio que defenderte". El rechazo, dijo la Policía, le hizo sentirse como un delincuente, y estaba enfadado, ofendido y decepcionado.
Una de las personas que reaccionó con dureza al diferente tratamiento público que se le había dado a los dos asesinatos es el bloguero Fredrik Antonsson. En un post titulado "Nosotros y ellos" escribe:
"Suecia está en shock. La tragedia de Trollhättan está en todas las noticias... La gente solo habla, escribe y piensa sobre ello. (...) Todos están intentando entender por qué. ¿Por qué? Por racismo. Por intolerancia. Ya podemos ver los contornos de un acto de locura donde el "nosotros contra ellos" fue el motivo principal. Otra ilusión de Suecia que se desvanece: la ilusión de que este es un país seguro y protegido donde estas cosas no pasan. Otra pregunta que da vueltas por internet es por qué [el primer ministro] Stefan Löfven valora a las personas de forma distinta. Con solo buscar en Google se puede comprobar que el primer ministro del país está presente y se apiada cuando le va bien, y que está completamente ausente cuando no le parece correcto salir al frente y condenar la violencia no provocada y racista en Ikea... Por supuesto, está el argumento de que las atrocidades en los colegios son siempre peores que cualquier otro acto de violencia sin sentido. Pero al no enfrentarse a los hechos de Västerås y sí a los de Trollhättan, Löfven se ha creado la imagen de alguien que se preocupa, pero de manera selectiva".
La pregunta es: ¿qué espera conseguir Löfven con una agenda que consiste en condenar toda la violencia a manos de los suecos nativos, e ignorar la violencia de los inmigrantes? Él y sus asesores pensarán probablemente que actos como el ataque racista en el colegio de Trollhättan harán que los suecos rebajen el tono de sus críticas a la política de inmigración, y que agachen la cabeza avergonzados "porque todos los suecos son racistas". Existe, sin embargo, el gran riesgo de que la reacción sea la contraria: que a medida que los suecos se convenzan cada vez más de que nadie mira por ellos, sientan la creciente necesidad de resolver las cosas por sí mismos si quieren cambiar la situación.
En Suecia, la semana pasada sin ir más lejos, prendieron fuego a seis centros de acogida que estaban destinados a los solicitantes de asilo: el 13 de octubre en Arlöv, el 17 en Ljungby, el 18 en Kungsbacka, el 20 en Munkedal, el 20 en Upplands Väsby y el 22 en Perstorp. Se produjo otro incendio el viernes 23 en Eskilstuna. Afortunadamente, los edificios estaban todos vacíos, así que nadie salió lastimado.
Ahora existe el inminente peligro de que al ataque a la escuela y a los centros de acogida incendiados les sigan muchos otros actos criminales, posiblemente peores.
Tras los asesinatos de Ikea, cientos de suecos escribieron correos electrónicos y cartas al Gobierno, exigiéndole que hiciera algo respecto a la violencia contra los nativos suecos en Suecia. En las respuestas no había nada que tuviese ningún valor.
El columnista Hans Davidsen-Nielsen, del diario danés Politiken, ha escrito: "No olvidemos que Suecia tiene un historial de extremismo político y de violencia, expresado entre otras cosas mediante los asesinatos de un primer ministro [Olof Palme] y una ministra de Asuntos Exteriores [Anna Lindh]. El tono del debate es más tosco en Dinamarca, pero una vez que salte el tapón en Suecia, lo hará con mucha más fuerza".
Aunque respalda los artículos de Ingrid Carlqvist que ha publicado hasta la fecha, Gatestone Institute ya no está asociado a ella de ningún modo.