"Hamás e Israel, Israel y Hamás. A lo mejor algún día... quién sabe": ahí lo siguen teniendo los ilusos, en inglés. Después, en árabe, llega la verdad: "¡Muerte a Israel, siempre!".
Algunos analistas políticos árabes y occidentales han interpretado erróneamente el hecho de que Hamás se aviniera a participar en las elecciones locales palestinas, fijadas para el 8 de octubre, como una señal de "pragmatismo" por parte del movimiento y como un paso hacia el reconocimiento del derecho de Israel a existir. Asumen equivocadamente que la voluntad de Hamás de participar en el proceso democrático demuestra que sus líderes también están dispuestos a renunciar a sus objetivos de destruir Israel y de librar contra él la "lucha armada".
También se dieron estos argumentos sobre el supuesto "pragmatismo" y "moderación" en 2006, cuando Hamás concurrió a las elecciones legislativas. También entonces numerosos analistas sostuvieron que la decisión de Hamás era una alentadora señal de que había adoptado una nueva postura, moderada, hacia Israel y el proceso de paz.
La realidad, sin embargo, demostró que esas suposiciones eran completamente equivocadas. La victoria de Hamás en las elecciones parlamentarias de 2006 no produjo ningún cambio en su ideología extremista. Hamás no cambió su carta fundacional, que llama a la destrucción de Israel. Tampoco cesó en sus mortíferos atentados contra israelíes.
Sirva como recordatorio este pasaje de la carta fundacional de Hamás:
El Movimiento de Resistencia Islámica [Hamás] considera que la tierra de Palestina ha sido un 'waqf' [dominio] islámico durante generaciones, y hasta el Día de la Resurrección nadie puede renunciar a ella o a parte de ella, ni abandonarla total o parcialmente. No hay solución al problema palestino salvo [mediante] la yihad. La liberación de esa tierra es un deber individual que atañe a todos los musulmanes de todas partes. Con el fin de hacer frente a la usurpación de Palestina por los judíos, no tenemos más alternativa que izar la bandera de la yihad. Esto requiere la propagación de la conciencia islámica entre las masas a todos los niveles locales, árabes e islámicos. Debemos difundir el espíritu de la yihad entre la 'Umma' [nación] islámica, enfrentarnos a los enemigos y unirnos a las filas de los combatientes de la yihad.
La victoria de 2006, en realidad, reforzó a Hamás y reafirmó su determinación de seguir apegada a su ideología y al terrorismo, además de al adoctrinamiento y la incitación contra Israel. Al año siguiente, en 2007, perpetró un golpe contra la Autoridad Palestina (AP) y se hizo con el control de Gaza.
Del mismo modo, la decisión de Hamás de participar en las próximas elecciones locales y municipales reforzará aún más al movimiento y le allanará el camino para ampliar su control de la Franja a la Margen Occidental.
Por lo tanto, es totalmente irrelevante que Hamás gane o pierda las elecciones. Hamás no va a cambiar su ideología o a suavizar su postura hacia Israel y el proceso de paz. Y, por supuesto, Hamás no va a reconocer el derecho de Israel a existir. Sus líderes se lo siguen asegurando a su población, pública y diariamente.
Al igual que en las legislativas, Hamás podría incluso resurgir con más fuerza y resolución, especialmente si, como parece, gana las elecciones locales.
Hamás ve su participación en las elecciones como una oportunidad de oro para "el refuerzo de sus posiciones y el impulso de su yihad", como afirma clara e inequívocamente en su carta fundacional.
Dicho de otro modo: Hamás ve las elecciones como una oportunidad para proseguir su lucha para eliminar a Israel. Hamás, pues, no se presenta a los comicios para proporcionar a los palestinos unos mejores servicios municipales, sino, como declara en su carta fundacional, "para posibilitar el próximo asalto contra los judíos, los mercaderes de la guerra", "hasta que se culmine la liberación, los invasores sean derrotados y se establezca la victoria de Alá".
Aun así, increíblemente, algunos analistas políticos occidentales y expertos en asuntos palestinos niegan la relevancia de la carta fundacional de Hamás. Esa negativa se basa en declaraciones atribuidas esporádicamente a algunos líderes y portavoces de Hamás en varios medios de comunicación. Esos comentarios, para ellos, son señales "alentadoras" y "positivas". Cometen incluso la imprudencia de aconsejar a los líderes mundiales que escuchen esas voces y que las tengan en cuenta en sus tratos con Hamás.
Examinemos brevemente una de esas declaraciones.
Se informó hace poco de que el líder de Hamás Jaled Meshal había expresado la voluntad de su movimiento de reconocer el derecho de Israel a existir si éste se retiraba a las fronteras anteriores a 1967, en concreto de la Margen Occidental, Jerusalén Este y Gaza (Israel ya se retiró de la Franja en 2005).
Mashal, según las informaciones, dijo a la prensa asiática en un encuentro en Doha que estaba dispuesto a aceptar el derecho de Israel a existir y la "solución de los dos Estados".
A las pocas horas, la cúpula de Hamás negó que Meshal hubiese hecho esos comentarios en relación con el derecho de Israel a existir. Hamás dijo que las informaciones eran "mentiras" y "fabricaciones" y reiteró su negativa a reconocer el derecho a la existencia de Israel. "Esas declaraciones sospechosas e inventadas tienen el objetivo de distorsionar la imagen y las posturas de Hamás y sus líderes", decía un comunicado emitido por el movimiento islamista en Gaza.
Calumnias y difamaciones: eso son para Hamás los comentarios sobre la presunta disposición de sus líderes a reconocer a Israel. Esto, para ellos, es lo peor que le podría ocurrir a Hamás: aceptar la presencia de Israel en Oriente Medio. La negativa de Hamás está orientada a proteger su reputación y su imagen a ojos de sus seguidores, no fuesen a creer, Dios no lo quisiera, que el movimiento islamista ha renunciado a su deseo de eliminar a Israel.
Para dejar las cosas claras, otro alto funcionario de Hamás, Musa Abu Marzuk, declaró recientemente: "La entidad sionista no será parte de esta región. Seguiremos resistiéndonos a ella hasta la liberación de nuestra tierra y el retorno de nuestro pueblo". Abu Marzuk, que ha sido visto como un posible sucesor Meshal, dijo con tono irónico que el objetivo de Hamás al participar en las elecciones del 8 de octubre es "servir a nuestro pueblo". Dirigiéndose a sus rivales de la Fatah del presidente Mahmud Abás, el alto funcionario de Hamás añadió: "Nuestras diferencias no llegarán al nivel de la enemistad. Nuestro único enemigo es Israel. Nuestra rivalidad política no debería exceder sus límites".
Cómo pretende exactamente Hamás servir a los palestinos presentándose a las elecciones sigue siendo un misterio. Abu Marzuk no dijo nada sobre construir nuevas escuelas y aparcamientos. Cuando habla de "servir" a la población, se refiere únicamente a una cosa: a reclutar palestinos para Hamás y la yihad contra Israel y los judíos.
En las últimas semanas, los seguidores de Hamás han estado lanzando varias campañas destacando los "logros" del movimiento islamista en Gaza para intentar ganarse los corazones y las mentes de los votantes. Una de ellas, denominada "Una Gaza más hermosa", incluye imágenes de calles limpias y aparcamientos públicos en algunas partes de la Franja. Sin embargo, el retrato de color de rosa que pinta Hamás omite la extraordinaria tasa de paro y pobreza, o el hecho de que miles de familias palestinas hayan perdido sus casas en las guerras con Israel como resultado directo de los bombardeos. La campaña tampoco habla sobre las medidas represivas de Hamás contra las mujeres y los periodistas.
Esta campaña de desinformación tiene por objeto convencer a los votantes palestinos de que dos millones de residentes en la Franja viven en una utopía bajo el Gobierno de Hamás, y que se debe copiar la experiencia en la Margen Occidental.
No hay duda de que muchos palestinos caerán en la trampa y darán sus votos a Hamás. Lo harán porque están convencidos de que Hamás resolverá todos sus problemas económicos y sociales y les traerá la paz y la estabilidad. Pero otros muchos votarán a Hamás por otras razones. La primera de ellas es que se identifican con la ideología expresada en su carta fundacional y creen que la yihad es la única vía para "liberar Palestina". Y la segunda es que Hamás ha logrado convencer a un gran número de palestinos de que votar a otro partido o candidato sería un voto contra el islam y Alá.
La historia parece repetirse a sí misma sin que se hayan aprendido las lecciones de la victoria de Hamás en las legislativas de 2006. Hamás no sólo está engañando a muchos palestinos prometiéndoles una vida mejor y más prosperidad con su Gobierno; también está engañando a algunos occidentales, que hablan de "señales de moderación y pragmatismo" por parte del movimiento islamista.
Desde su fundación en 1987, Hamás no ha cejado en su deseo, consignado en su carta fundacional, de librar la yihad contra Israel. Sus líderes lo siguen diciendo en árabe a diario. No hace falta ser una lumbrera: el movimiento no ha cambiado y no lo hará en el futuro, al margen de que gane o pierda cualquier votación.
Hamás lo ha dejado perfectamente claro. Lo que no está tan claro es por qué algunos occidentales siguen hablando de su "cambio de política". También es difícil entender por qué algunos en Occidente no preguntan al presidente Mahmud Abás y a su Autoridad Palestina qué pretenden hacer cuando Hamás gane, si gana, las elecciones locales. Finalmente, la razón por la que Abás sigue adelante con sus preparativos para las elecciones, cuando sabe que su facción Fatah podría perder fácilmente ante Hamás, es un verdadero misterio.