La Unión Europa ha pedido a sus países miembros que levanten los controles fronterizos —instaurados en el apogeo de la crisis migratoria en septiembre de 2015— en los próximos seis meses.
La vuelta a las fronteras abiertas, lo cual permitía viajar sin pasaporte por toda la UE, llega en un momento en que el número migrantes que cruzan el Mediterráneo sigue aumentando, y cuando las autoridades turcas amenazan cada vez más con incumplir un acuerdo sobre fronteras que ha mitigado el flujo de migrantes de Turquía a Europa.
Los críticos dicen que retirar los controles de fronteras ahora podría desencadenar otra crisis migratoria aún mayor, al animar a posibles millones de migrantes más de África, Asia y Oriente Medio a emprender su camino hacia Europa. También permitiría a los yihadistas cruzar las fronteras europeas sin ser detectados con el fin de cometer atentados cuando y donde quieran.
En una rueda de prensa celebrada en Bruselas el 2 de mayo, el comisario europeo responsable del área de migración, Dimitris Avramopoulos, pidió a Austria, Dinamarca, Alemania, Noruega y Suecia —algunos de los destinos europeos más ricos y preferidos por los migrantes— la retirada paulatina en los próximos seis meses de los controles temporales que se aplican actualmente en sus fronteras Schengen.
El llamado Acuerdo Schengen, que entró en vigor en marzo de 1995, abolió muchas de las fronteras internas de la UE, permitiendo el libre movimiento sin necesidad de pasaporte en la mayor parte del bloque. El Acuerdo de Schengen, junto a la moneda única, son pilares fundamentales de la Unión Europea y piezas esenciales para la construcción de unos Estados Unidos de Europa. Ahora que se cuestiona la sostenibilidad a largo plazo de la moneda única y las fronteras abiertas, los defensores del federalismo europeo están ansiosos por preservar ambos.
Avramopoulos, que sostuvo que los controles de fronteras "no se corresponden con el espíritu europeo de solidaridad y cooperación", dijo:
Ha llegado la hora de dar los últimos pasos concretos para volver de forma gradual al funcionamiento normal del Área Schengen. Este es nuestro objetivo, y no ha cambiado en nada. Un área Schengen plenamente funcional, libre de controles fronterizos internos. Schengen es uno de los mayores logros del proyecto europeo. Debemos hacer todo lo posible por protegerlo.
Los controles fronterizos temporales se establecieron en septiembre de 2015, después de que cientos de miles de migrantes llegasen a Europa, y cuando los países miembros de la UE, con Alemania a la cabeza, dieron permisos especiales a algunos países de la UE para imponer controles de urgencia por un periodo de hasta dos años. Desde entonces, la Unión Europea ha aprobado seis ampliaciones de los controles en la frontera germano-austriaca, en las fronteras de Austria con Hungría y Eslovenia y en las fronteras danesa, sueca y noruega (Noruega es miembro de la zona Schengen, pero no está en la UE). Varios países han alegado que necesitan controles de fronteras para combatir la amenaza de la militancia islámica.
El 2 de mayo, Suecia, que dice estar llevando a cabo la mayor parte de los controles de fronteras en la UE, anunció que retirará los controles de su frontera con Dinamarca. Suecia recibió 81.000 solicitantes de asilo en 2014; 163.000 en 2015; 29.000 en 2016; y se espera la misma cifra para 2017.
El 26 de abril, Austria pidió la ampliación indefinida de sus controles fronterizos. "En aras del orden público y la seguridad interna, tengo que saber quién está viniendo a nuestro país", dijo el ministro del Interior austriaco, Wolfgang Sobotka. Austria, que aceptó unos 90.000 migrantes en 2015, también pidió un "aplazamiento" del programa de distribución de refugiados de la UE, por el cual los países miembros de la Unión aceptan una cuota obligatoria y proporcional de solicitantes de asilo que llegan a otros países miembros.
El 9 de marzo, Noruega amplió sus controles de fronteras para otros tres meses.
El 26 de enero, Dinamarca amplió sus controles de fronteras cuatro meses más. El ministro de Integración, Inger Støjberg, dijo que el Gobierno ampliaría sus controles de fronteras "hasta que las fronteras europeas estén bajo control".
El 19 de enero, Alemania y Austria anunciaron que los controles de fronteras entre sus países se mantendrían de forma indefinida, "mientras la frontera exterior de la UE no esté debidamente protegida".
Entretanto, el número de migrantes que se dirige hacia Europa tiende de nuevo a crecer. De los 30.465 migrantes que llegaron a Europa en el primer trimestre de 2017, 24.292 (el 80%) llegó a Italia; 4.407 llegaron a Grecia; 1.510 llegaron a España; y 256 llegaron a Bulgaria, según la Oficina Internacional para las Migraciones (OIM).
A modo de comparación, el número de llegadas a Europa durante los primeros tres meses de 2017 superó al de los que llegaron en ese mismo periodo en 2015, el año en que la migración a Europa alcanzó niveles insólitos.
Se prevé que la tendencia se mantendrá a lo largo de 2017. El buen tiempo ya está haciendo que más migrantes crucen el mar Mediterráneo desde Libia a Europa. En una sola semana de abril, por ejemplo, un total de 9.661 migrantes alcanzaron las costas de Italia.
La abrumadora mayoría de los migrantes que llegan son migrantes económicos que buscan una vida mejor en Europa. Sólo un pequeño número de ellos parecen ser solicitantes de asilo legítimos o refugiados que huyen de las zonas en guerra. Según la OIM, los migrantes que llegaron a Italia en los primeros tres meses de 2018 son, en orden descendiente, de: Guinea, Nigeria, Bangladés, Costa de Marfil, Gambia, Senegal, Marruecos, Malí, Somalia y Eritrea.
En febrero, Italia llegó a un acuerdo con el Gobierno en Trípoli, respaldado por la ONU, para mantener a los migrantes en campos en Libia a cambio de dinero para combatir el tráfico de personas. El acuerdo fue respaldado por la Unión Europa y Alemania.
Sin embargo, el 2 de mayo, el ministro de Exteriores alemán, Sigmar Gabriel, dio marcha atrás diciendo que el acuerdo ignoraba "las condiciones catastróficas" en Libia y que eso no pondría coto a la migración. Dijo que Alemania prefería ahora abordar el problema de la migración luchando contra la inestabilidad en África:
Lo que estamos intentando en su lugar es ayudar a estabilizar los países del continente. Pero eso es difícil. Tendremos que mostrar perseverancia, resistencia y paciencia. Es conveniente para los africanos, pero también para los europeos.
La solución a largo plazo de Gabriel —que, en la mejor de las coyunturas, podría tardar décadas en dar frutos— implica que la migración masiva de África a Europa seguirá implacable durante muchos años.
Italia ha sido uno de los principales puntos de entrada a Europa para los migrantes, en buena medida por un acuerdo que la Unión Europa firmó con Turquía en marzo de 2016 para canalizar la migración de Turquía a Grecia. En las últimas semanas, sin embargo, las autoridades turcas han amenazado con retirarse del acuerdo porque, según ellos, la UE no ha cumplido su parte del trato.
Según el acuerdo, la UE se comprometió a pagar a Turquía 3.000 millones de euros y a conceder la exención de visado para viajar a Europa a los 78 millones de ciudadanos turcos, y volver a iniciar las negociaciones para que Turquía se una al bloque. A cambio, Turquía accedió a aceptar a todos los migrantes y refugiados que llegaran a Grecia a través de Turquía.
Después de cerrarse el acuerdo, descendió fuertemente el número de migrantes que llegaban a Grecia, pero no dejaron de llegar. Según los datos proporcionados por la Unión Europea el 12 de abril, un total de 30.565 migrantes llegaron a Europa desde que el acuerdo migratorio entró en vigor. Sólo 944 de esos migrantes han sido devueltos a Turquía. Aún así, hay un marcado contraste con los cientos de miles de migrantes que entraron en Grecia en el apogeo de la crisis migratoria. La cooperación continua de Turquía es esencial para mantener cerradas las compuertas migratorias.
El 22 de abril, el ministro turco para los Asuntos de la UE, Ömer Çelik, lanzó un ultimátum, advirtiendo a la Unión Europa de que, si no concedía la exención de visado a los ciudadanos turcos para finales de mayo, Turquía suspendería el acuerdo migratorio e inundaría Europa de migrantes.
El 17 de marzo, el ministro de Interior turco, Süleyman Soylu, advirtió de que su país "desataría la locura" de Europa y renegaría del acuerdo enviando 15.000 refugiados sirios mensuales a Europa:
Tenemos un acuerdo de readmisión. Europa, os digo: ¿tenéis ese coraje? Si queréis, os mandaremos los 15.000 refugiados que no os estamos enviando cada mes y os volveremos locos. Tenéis que tener presente que no podéis diseñar una estrategia en esta región al margen de Turquía.
En febrero de 2016, el presidente turco, Recep Tayyip Erdogan, ya había amenazado con mandar millones de migrantes a Europa. "Podemos abrir las puertas a Grecia y Bulgaria en cualquier momento y meter a los refugiados en autobuses", dijo el presidente de la Comisión Europea, Jean-Claude Juncker. En un discurso, dio muestras de que se le estaba agotando la paciencia.
No llevamos la palabra "idiota" escrito en la frente. Seremos pacientes, pero haremos lo que tengamos que hacer. No piensen que los aviones y autobuses están ahí por nada.
Las autoridades europeas dicen que, para poder obtener la exención de visado, Turquía debe cumplir 72 requisitos, incluido el más importante: suavizar sus severas leyes antiterroristas, que se están utilizando para silenciar a los críticos con Erdogan, especialmente desde el golpe fallido de julio de 2016. Turquía ha jurado no atender las exigencias de la UE.
Los críticos con la liberación del visado temen que millones de ciudadanos turcos puedan acabar migrando a Europa. La revista austriaca Wochenblick informó recientemente de que 11 millones de turcos viven en la pobreza y que "muchos de ellos sueñan con irse a vivir a la Europa central".
Otros analistas creen que Erdogan ve la exención de visado como una oportunidad para "exportar" el "problema kurdo" de Turquía a Alemania. Según el ministro de Finanzas bávaro, Markus Söder, millones de kurdos están listos para aprovechar la exención de visado para huir a Alemania y escapar de la persecución a manos de Erdogan. "Estamos importando un conflicto interno turco", alertó. "Al final, podrán llegar menos migrantes por barco, pero llegarán más por avión".
La Unión Europa se encuentra ahora en un callejón sin salida. Turquía parece decidida a inundar Europa con migrantes de todos modos: con el permiso de Europa mediante la exención de visado, o sin él, en venganza por no haber dado la exención de visado.
Las autoridades griegas informaron hace poco de que habían elaborado planes de emergencia para lidiar con una nueva crisis migratoria. Turquía está acogiendo a unos tres millones de migrantes de Siria e Irak, y se presume que la mayoría de ellos está esperando una oportunidad para huir a Europa.
Italia también se está preparando para lo peor. Hasta un millón de personas, principalmente de Bangladés, Egipto, Malí, Níger, Nigeria, Sudán y Siria están ahora en Libia esperando para cruzar el mar Mediterráneo, según la OIM.
El director de la sede de Naciones Unidas en Ginebra, Michael Møller, ha advertido de que Europa debe preparase para la llegada de más millones de migrantes de África, Asia y Oriente Medio. En una entrevista con The Times, Møller, danés, dijo:
Lo que hemos estado viendo es una de las mayores migraciones humanas de la historia. Y va a acelerarse. Los jóvenes tienen todos teléfonos móviles y pueden ver lo que está pasando en otras partes del mundo, y eso actúa como un imán.
El ministro de Desarrollo alemán, ha reiterado esa advertencia:
Los mayores movimientos migratorios aún están por venir: la población de África será el doble en las próximas décadas. Un país como Egipto crecerá hasta los 100 millones de personas; Nigeria hasta los 400 millones. En nuestra era digital, con internet y los móviles, todo el mundo conoce nuestra prosperidad y estilo de vida.
Müller añadió que sólo el 10% de los que están ahora en tránsito han llegado a Europa. "Entre ocho y diez millones ya están de camino".
Soeren Kern es analista de política europea para el Instituto Gatestone en Nueva York. Síguelo en Facebook y en Twitter. Su primer libro, Global Fire, estará a la venta en 2016.