El aumento de reclusos extranjeros ha llevado a la saturación de las cárceles alemanas en un corto periodo de tiempo. En estos momentos, las prisiones de Baden-Wurtemberg y Renania del Norte-Westfalia están al 100% de su capacidad. En la imagen, la prisión de Remscheid, en Renania del Norte-Westfalia. (Foto: Coltdragoon/Wikimedia Commons) |
La proporción de reclusos de origen extranjero en las cárceles alemanas está en su máximo histórico, según un nuevo estudio de los ministerios de justicia de los 16 estados federales de Alemania. En Berlín y Hamburgo, por ejemplo, más del 50% de los presos son del extranjero, según el informe, que también reveló un pico en el número de islamistas en el sistema penitenciario alemán.
Los datos, recopilados por el periódico Rheinische Post, muestran que el aumento de reclusos extranjeros empezó en 2015, cuando la canciller Angela Merkel permitió la entrada sin vetos a Alemania a más de un millón de inmigrantes de África, Asia y Oriente Medio.
Todos los estados federales de Alemania reportaron un "aumento muy acusado" de presos extranjeros y apátridas entre los últimos tres y cinco años, según el periódico, aunque el total a nivel nacional es difícil de calcular por las diferencias en el modo de recopilar las estadísticas de los estados.
Desde 2016, por ejemplo, en los estados federales del oeste la proporción de reclusos extranjeros creció del 55% al 61% en Hamburgo; del 43% al 51% en Berlín; del 44% al 48% en Baden-Wurtemberg; del 35% al 41% en Bremen; del 33% al 36% en Renania del Norte-Westfalia; del 28% al 34% en Schleswig-Holstein; del 29% al 33% en la Baja Sajonia; del 26% al 30% en Renania-Palatinado; y del 24% al 27% en Sarre. En Hesse, la proporción aumentó ligeramente, del 44,1% al 44,6% hace tres años. En Baviera, la proporción creció del 31% al 45% desde 2012.
El número de reclusos extranjeros en los estados federales del este también está aumentando. En Sajonia, el número de presos extranjeros ha crecido más del doble desde 2016. La mayoría de los reclusos extranjeros allí son de Polonia, Túnez, Libia, la República Checa y Georgia. Mecklemburgo-Pomerania Occidental tiene ahora 160 reclusos extranjeros de 66 países diferentes.
Las autoridades alemanas también están reportando un aumento en el número de musulmanes en las cárceles alemanas. La proporción de musulmanes en las cárceles alemanas es ahora considerablemente más alto que su cuota de la población total.
Con el reciente influjo masivo de inmigrantes, la población musulmana de Alemania se sitúa ahora en los seis millones, o el 7% de la población total alemana, 82 millones. En cambio, aproximadamente el 20% de los 65.000 presos en las cárceles alemanas son musulmanes, según los datos recopilados por los ministerios de Justicia regionales.
Los musulmanes representan el 29% de los reclusos en Bremen; el 28% en Hamburgo; el 27% en Hesse (aunque en algunas cárceles de allí, el 40% de todos los presos acuden a las oraciones del viernes); el 26% en Baden-Wurtemberg; el 21% en Renania del Norte-Westfalia; el 20% en Berlín; y el 18% en Baviera.
Al menos 300 islamistas de línea dura están cumpliendo condena en el sistema penitenciario alemán, según los datos de los ministerios de Justicia regionales. Pesan órdenes de arresto sobre otros 350 islamistas. La mayoría de los reclusos islamistas están en Hesse, Baviera, Renania del Norte-Westfalia y Berlín. Muchos están siendo alojados en instalaciones distintas, pero hay preocupación por que aquellos que no lo sean puedan radicalizar a otros reclusos.
En Hesse, por ejemplo, el número de islamistas ha crecido más del triple desde 2013, mientras que en Baden-Wurtemberg, la cifra de presos islamistas ha aumentado más del doble desde 2016. "El número de presos que están llamando la atención por su sentimiento islamista ha experimentado un acusado aumento en los últimos dos años", dijo Guido Wolf, ministro de Justicia de Baden-Wurtemberg. "Esto presenta un nuevo problema para nuestros funcionarios de prisiones, que ya soportan una gran carga. Estamos haciendo todo lo posible para detectar las señales de una radicalización islamista en las primeras fases y estamos decididamente contra ello".
Entre el 10% y el 15% de los presos musulmanes en las cárceles alemanas están en riesgo de radicalización, según Husamudín Meyer, un alemán convertido al islam sufí que ahora trabaja como clérigo en el sistema penitenciario de Renania del Norte-Westfalia. Dijo que el sistema de cárceles alemán necesita más imanes, que según él podrían trabajar para contrarrestar la radicalización.
En Renania del Norte-Westfalia había 14 imanes en las cárceles, pero ahora tiene sólo 25. El descenso se produjo después de que las autoridades alemanas llevaran a cabo controles de seguridad a los imanes de las cárceles y descubriera que 97 de ellos eran funcionarios turcos cuyos salarios pagaba el Gobierno turco. Turquía se negó a permitir que los funcionarios alemanes entrevistara a los imanes. "La exigencia de que estos empleados deban someterse a un nuevo control de seguridad es impropio y está mal", dijo el consulado turco. El ministro de Justicia de Renania del Norte-Westfalia, Peter Biesenbach, respondió: "El objetivo a medio plazo debe ser organizar la atención religiosa y pastoral para que sea independiente del Estado turco".
Mientras, en Hesse, el Ministerio de Justicia suspendió a un imán de una cárcel por sus vínculos con los Hermanos Musulmanes.
El aumento de los reclusos extranjeros ha dado lugar a unas cárceles masificadas y a una carencia de personal. Las cárceles de Baden-Wurtemberg y Renania del Norte-Westfalia están actualmente al máximo de su capacidad. Para intentar mitigar la masificación en Renania del Norte-Westfalia, más de 500 presos fueron excarcelados por medio de una "amnistía navideña". Las cárceles de Baviera, Berlín, Bremen, Hamburgo y Renania-Palatinado están al 90% de su capacidad.
Mientras, el personal de las prisiones de Renania del Norte-Westfalia han hecho más de 500.000 horas extraordinarias durante 2018, según un informe judicial interno filtrado al Rheinische Post. El sistema penitenciario de Renania del Norte-Westfalia requiere al menos 500 nuevos trabajadores para cubrir la escasez de personal. A pesar de los buenos sueldos y beneficios, hay pocos candidatos por el esfuerzo físico y emocional del trabajo.
Además de la escasez de personal, muchas instalaciones penitenciarias se están dilapidando. Más de 500 reclusos de Münster, por ejemplo, fueron evacuados y transferidos a otro lugar porque el edificio estaba en peligro de derrumbe. En Colonia, más de cien centros de detención están cerrados actualmente por la presencia de asbesto. Se necesitaron al menos 3.000 millones de euros para rehabilitar las instituciones deterioradas sólo en Renania del Norte-Westfalia.
En un artículo titulado "El alemán se convierte en una lengua extranjera en muchas cárceles", el Berliner Morgenpost informó sobre el creciente número de conflictos entre los funcionarios de prisiones alemanes y los reclusos alemanes por las barreras de la comunicación. "Está creciendo la necesidad de cursos de lengua y servicios de interpretación, como de competencias para tratar con otras culturas", dijo Dieter Lauinger, ministro de Justicia de Turingia.
El sindicato de prisiones GG/BO (Gefangenen-Gewerkschaft Bundeswite Organisation) ha pedido a los gestores de las cárceles que contraten a intérpretes que puedan dar órdenes y emitir instrucciones en las lenguas maternas de los presos extranjeros. Aunque algunos estados sí utilizan intérpretes, el coste es a menudo prohibitivo.
Las cárceles alemanas también están reportando un aumento en los ataques de los presos al personal de las cárceles. El Sindicato de Trabajadores de Prisiones (Bund der Strafvollzugsbediensteten Deutschlands) sumó 550 de estas "incidencias especiales" en 2017. En Renania del Norte-Westfalia, por ejemplo, el número de ataques a los empleados de las cárceles ha crecido más del doble desde 2016.
"Las cifras son un reflejo de nuestra sociedad", dijo Peter Brock, presidente del sindicato BDSD. "Los insultos, las amenazas y los ataques son parte de la vida diaria".
Soeren Kern es analista de política europea para el Instituto Gatestone en Nueva York.