Esta semana, el Gobierno israelí prohibió a Yibril Rayub, un excomandante de seguridad de la Autoridad Palestina en la Margen Occidental, que entrara en Israel para asistir a una conferencia organizada por el partido de izquierda Meretz. Al impedir que Rayub asistiera a dicho acto, el ministro de Defensa, Moshé Yaalón, en realidad estaba actuando de acuerdo a la política de la AP de promover boicots, desinversiones y sanciones contra Israel.
Si el ex comandante hubiera acudido al encuentro, habría sido duramente criticado por su propia facción de Fatah, por violar la prohibición de normalizar las relaciones con Israel.
Rayub, que pasó 17 años en prisión por su implicación en ataques terroristas contra israelíes –fue liberado en 1985–, de hecho debería dar las gracias a Yaalón y a su Gobierno por negarle la autorización para asistir a la conferencia de Meretz.
La decisión de prohibirle entrar en Israel coincide con la inauguración de la conferencia del movimiento palestino Boicot, Desinversión y Sanciones (BDS) en la Universidad de Belén, en la Margen Occidental, bajo los auspicios de la AP.
El ministro de Economía de la AP, Yawad al Nayi, fue expulsado de la conferencia por furiosos participantes que acusaron al ministro y a Mahmud Abás de hipocresía. Los indignados críticos dijeron que no podían comprender cómo Al Nayi hablaba de la necesidad de boicotear a Israel mientras la Autoridad Palestina coordina la seguridad con Israel y algunos de sus dirigentes siguen reuniéndose con israelíes.
Si Rayub hubiera asistido a la conferencia del BDS, también habría sido expulsado por los mismos palestinos a los que él y la AP han incitado a boicotear a Israel.
El incidente en la Universidad de Belén, con la humillante expulsión de uno de los ministros de Abás, es un signo de la creciente radicalización de los palestinos. Los propios dirigentes de la AP son responsables, casi enteramente, de ello. Al incitar continuamente contra Israel y animar a los palestinos a boicotearlo, la AP ha hecho casi imposible hablar de paz con aquél.
En las presentes circunstancias, es difícil ver cómo el secretario de Estado estadounidense, John Kerry, podrá persuadir a Abás o a cualquier otro palestino para que regrese a la mesa de negociaciones con Israel.
Resulta irónico que Rayub fuera invitado a asistir a la conferencia de Meretz sólo semanas después de que declarara a un canal de televisión afiliado a Hezbolá que si los palestinos tuvieran armas nucleares las usarían contra Israel.
El años pasado, Rayub, como presidente del Comité Olímpico Palestino, se opuso a la petición de que se guardara un minuto de silencio en recuerdo de los once atletas israelíes asesinados en los Juegos Olímpicos de Múnich (1972). Rayub calificó dicha petición de "racista". Y, hace unas semanas, como presidente de la Federación Palestina de Fútbol, no se manifestó en contra de las amenazas formuladas por Fatah contra jóvenes palestinos que jugaron con israelíes en la ciudad de Holón.
Kerry, que regresará a Oriente Medio a finales de esta semana, en otro intento de resucitar el proceso de paz, probablemente no está al tanto de que Abás, Rayub y otros líderes de la AP han radicalizado a los palestinos hasta un punto en el que la mayoría no quiere oír hablar de paz con Israel.