Una serie de incidentes en las últimas semanas indican que la facción palestina de Al Fatah, encabezada por Mahmud Abás, está siendo testigo de una encarnizada lucha por el poder entre algunos de sus principales dirigentes.
La lucha intestina en Fatah es una señal de los crecientes desafíos a los que se enfrenta Abás mientras prosigue con las conversaciones de paz con Israel. Además, las rencillas internas plantean dudas respecto a la capacidad del presidente de la AP para alcanzar algún acuerdo con los israelíes que sea aceptable para la mayoría de los palestinos.
Lo sucedido últimamente en Fatah son más que diferencias de opinión entre la plana mayor de la facción. Algunos palestinos han llegado a decir que las luchas internas marcan el comienzo de una revolución contra la dirección de Abás. Pistoleros de Fatah han vuelto a las calles de algunas ciudades de la Margen Occidental y los campos de refugiados desafían abiertamente el liderazgo del mandatario.
Las tensiones en el seno de la facción alcanzaron su cénit la semana pasada cuando la facción tomó la decisión de destituir a Mahmud Abdelhamid Isa, un destacado comandante de las fuerzas de seguridad en el Líbano. El Comité Central adoptó la medida con la excusa de que Isa había desobedecido órdenes recibidas de la directiva de Fatah en la Margen Occidental. También se sospechaba que había establecido una alianza con el rival político de Abás, Mohamed Dahlan, quien fue expulsado de Fatah dos años después de reñir con el dirigente.
Abás y la cúpula de Fatah sospechan que Dahlan, que reside en los Emiratos Árabes Unidos, está maniobrando para concentrar a miembros de la facción en torno a él. Están convencidos de que su meta es sustituir a Abás como presidente de la Autoridad Palestina.
La decisión de expulsar a Isa y despojarlo de su rango militar provocó fuertes críticas por parte líderes y miembros de Fatah en el Líbano. La semana pasada, en un campo de concentración de ese país, palestinos furiosos retiraron de las calles y plazas la foto de Abás, como protesta por la destitución del comandante palestino.
Desde entonces, Abás ha estado trabajando intensamente para evitar un motín abierto contra su liderazgo. En el marco de estos esfuerzos, Abás envió al Líbano a uno de sus principales asesores, Azam al Ahmed, para que tratara urgentemente con Isa y otros representantes y activistas de Fatah. Tras la visita, Al Ahmed declaró que las numerosas crisis que atraviesa Fatah la han debilitado de forma significativa:
Fatah necesita una campaña de limpieza. Hemos dado decenas de oportunidades a quienes han cometido errores, pero sin resultado.
Pero, mientras Abás trataba de sofocar el fuego en el seno de Fatah en el Líbano, en la Margen Occidental surgió otra disputa entre dos altos cargos de la facción: se inició cuando los guardaespaldas que escoltaban a Yibril Rayub, antiguo comandante de seguridad, golpearon al diputado de Fatah Yamal Abu al Rub. El incidente tuvo lugar durante un agrio debate acerca de la responsabilidad de los matones y tiradores de Fatah por actos de desorden y anarquía en Yenín.
A Abu al Rub, un dirigente de Fatah en Yenín, se le apoda Hitler por su ataques despiadados y violentos contra los palestinos sospechosos de colaboracionismo con Israel. Después de que fuera golpeado, tiradores de Fatah publicaron un panfleto en el que advertían a Rayub que no entrara en Yenín. Ahora, Abás está tratando de lograr una sulha (reconciliación) entre ambos dirigentes de la organización y señores de la guerra.
Los palestinos familiarizados con Fatah afirman que las recientes tensiones en el seno de la facción no han sido nada comparadas con otros enfrentamientos, mucho más serios, que no se han hecho públicos. Según ellos, estas tensiones también pueden estar relacionadas con una guerra de sucesión que se ha iniciado dentro del movimiento. Algunos dirigentes del mismo, incluidos Rayub y Dahlan, se consideran a sí mismos posibles sucesores de Abás, de 78 años.
Es probable que el caos de Fatah pueda tener un impacto negativo en las conversaciones de paz con Israel, especialmente con Abás cosechando cada vez más críticas por parte de muchos palestinos por su decisión de volver a las negociaciones. Hasta hace poco, los críticos del presidente solían insistir en que su pueblo no le ha conferido autoridad para firmar ningún acuerdo de paz con los israelíes. La lucha intestina en Fatah muestra que Abás también está empezando a perder el control sobre su propia facción gobernante.