Tres meses después del enfrentamiento militar entre Hamás e Israel, los egipcios están librando su propia guerra contra el terrorismo en el norte del Sinaí.
Pero la guerra de Egipto, iniciada tras el asesinato de 33 soldados egipcios por terroristas islámicos, no parece preocupar a la comunidad internacional ni a las organizaciones humanitarias; al menos, no tanto como la operación llevada a cabo por Israel para evitar que se lanzaran cohetes y misiles contra el país desde la Franja de Gaza.
La operación de seguridad del Ejército egipcio incluye la demolición de cientos de casas situadas junto a la frontera con Gaza, y el traslado de miles de personas a nuevos destinos.
El objetivo de Egipto es establecer una zona de seguridad a lo largo de su frontera con la Franja, para evitar así que los terroristas empleen túneles de contrabando para lanzar ataques contra soldados y civiles egipcios. En otras palabras: los egipcios están reforzando el bloqueo de Gaza y castigando de manera colectiva a los palestinos que allí residen, no sólo a Hamás.
Todo ello sucede a la vista de la comunidad y los medios internacionales. Sin embargo, no se ha solicitado que el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas celebre una reunión de emergencia para condenar lo que algunos activistas egipcios pro-derechos humanos describen como "traslado" y "desplazamiento" de cientos de familias del Sinaí.
El abogado y activista egipcio pro derechos humanos Gamal Eid afirmó que las medidas de seguridad egipcias eran "inconstitucionales". Señaló que el artículo 63 de su Constitución prohibe en todas sus formas el traslado forzoso y arbitrario de ciudadanos.
Expertos egipcios en seguridad advirtieron esta semana que el desplazamiento de habitantes del Sinaí no impediría los ataques terroristas contra la Policía y el Ejército del país.
El exgeneral Safwat al Zayat dijo que esperaba que los terroristas intensificaran sus ataques, no sólo en el Sinaí, sino en otras partes de Egipto, incluido El Cairo, para demostrar que las medidas del Ejército egipcio son ineficaces. También predijo que el traslado de miles de familias y la demolición de sus casas jugaría a favor de los terroristas.
El activista egipcio Masad Abu Fajr escribió en su página de Facebook que el desahucio forzoso de familias egipcias de sus hogares equivalía a una "declaración de guerra de las autoridades egipcias" contra los tres clanes más grandes y poderosos del Sinaí. Predijo además que la operación de seguridad tendría un resultado opuesto al esperado y reforzaría más aún a los terroristas.
Pero lo que quizá resulte más preocupante es el temor a que estas drásticas medidas de seguridad egipcias, carentes de precedentes, hagan que Hamás y otros grupos terroristas de la Franja de Gaza reanuden sus ataques contra Israel.
Naturalmente, los egipcios tienen derecho a librar una guerra sin cuartel contra los diversos grupos terroristas que llevan ya tiempo actuando en el Sinaí. Sin embargo, al endurecer el bloqueo sobre la Franja, los egipcios también le están dando una excusa a Hamás y a la Yihad Islámica para que reanuden sus ataques contra Israel.
Ambos grupos terroristas palestinos no van a tomar represalias atacando a Egipto. Saben que la respuesta de El Cairo a una acción así sería más dura que la respuesta militar israelí. Eso explica por qué Hamás y otros grupos palestinos han sido cautos en su respuesta a las medidas egipcias: hasta ahora no ha habido condenas ni protestas.
De hecho, en Hamás ya cunde el pánico tras las acusaciones realizadas por algunos egipcios, que afirmaban que palestinos de Gaza estaban implicados en las muertes de los 33 soldados en el Sinaí.
Una vez más, los periodistas egipcios están instando a su presidente a que ataque a Hamás como respuesta al ataque en el Sinaí. A comienzos de este año, otro ataque contra soldados egipcios en la península provocó llamamientos similares.
Reham Noaman, una destacada periodista egipcia, instó al presidente Abdel Fatah Al Sisi a "aplastar" a Hamás y a su brazo armado, las Brigadas de Ezedín al Qasam. "Israel no es mejor que nosotros", afirmó. "Cuando quiere atacar a Hamás por un cohete que no vale ni un penique, no le pide permiso al Consejo de Seguridad".
Los egipcios se han dado cuenta al fin de que la Franja, controlada por Hamás, se ha convertido en uno de los mayores exportadores de terrorismo de la región. Israel llegó a esa misma conclusión hace años, cuando el Movimiento Islámico de Liberación y otros grupos terroristas comenzaron a lanzar cohetes y misiles contra comunidades israelíes.
Los egipcios también se han dado cuenta de que los túneles de contrabando que atraviesan su frontera con Gaza operan en ambas direcciones. En el pasado, creían que los túneles sólo servían para introducir armas de contrabando en la Franja. Ahora, en cambio, están convencidos de que también se utilizan para sacar clandestinamente armas y terroristas del enclave.
Ahora que los egipcios han decidido sellar completamente su frontera con Gaza, la probabilidad de un nuevo enfrentamiento militar entre Hamás e Israel ha aumentado. El movimiento palestino tratará, indudablemente, de romper su reforzado aislamiento iniciando una nueva guerra contra el Estado judío.
Por su parte, a los egipcios no les importará que se inicie una nueva guerra entre palestinos e israelíes, siempre que el enfrentamiento tenga lugar al otro lado de la frontera entre su país y Gaza.
Y, naturalmente, la comunidad internacional volverá a lanzarse a acusar a Israel de genocidio contra los palestinos gazatíes. Ni que decir tiene que esa misma comunidad seguirá ignorando la demolición de cientos de viviendas por parte de Egipto y el desahucio forzoso de miles de personas en el Sinaí.
Si de algo ha servido la operación de seguridad egipcia en el Sinaí ha sido para mostrar el doble rasero de la comunidad internacional respecto a la guerra contra el terrorismo. Mientras que está bien que Egipto demuela cientos de casas y traslade a la fuerza a miles de personas en nombre de esa guerra, a Israel no se le permite responder a quienes lanzan cohetes y misiles contra sus ciudadanos.