Tras varias semanas de discusiones y recriminaciones diplomáticas, el Gobierno saudí anunció el pasado 27 de marzo que volvería a enviar a a Estocolmo a su embajador Ibrahim ben Saad ben Ibrahim al Brahim. El embajador había sido retirado el 11 de marzo como protesta por las críticas de la ministra de Exteriores sueca, Margot Wallström, a las prácticas legales de Arabia Saudí y al trato que reciben las mujeres en ese país. En febrero la ministra había calificado de "medievales" las condiciones de vida en el reino del desierto.
La retirada del embajador se produjo un día después de que el Gobierno sueco anunciara que interrumpiría sus exportaciones de armas a Arabia.
La reacción de los árabes a lo que consideraron un menosprecio deliberado a Arabia Saudí y al islam fue de furia. En una declaración conjunta, los ministros de Exteriores de la Liga Árabe afirmaron:
Los países árabes rechazan tajantemente las declaraciones de Wallström por ser irresponsables e inaceptables. (...) La Constitución de Arabia Saudí se basa en la sharia, que protege los derechos de la gente y salvaguarda su sangre, posesiones y honor.
De manera análoga, el 9 de marzo el Gabinete saudí, presidido por el Guardián de las Dos Mezquitas Sagradas, el rey Salman, rechazó cualquier critica al sistema judicial saudí, cuyas decisiones, señaló, se basan en la ley islámica y "son aplicadas de forma imparcial para mantener la estabilidad y seguridad del país".
Suecia rectifica
No está del todo claro qué es lo que impulsó al monarca saudí a reanudar las relaciones diplomáticas con Suecia. Lo que se sabe es que la ministra Wallström y el primer ministro Stefan Löfven han insistido rápidamente en que nunca fue su intención menospreciar el islam, del que ahora afirman que ha realizado grandes contribuciones a la civilización, ni al reino saudí.
Tres cartas dirigidas al rey Salman (una del rey Carlos XVI Gustavo de Suecia, y dos del primer ministro Löfven) fueron entregadas en mano en Riad por Björn von Sydow, emisario de alto rango del Gobierno sueco. El contenido de las misivas es desconocido, tras la decisión del Ministerio de Exteriores sueco de clasificarlas como secretas. Dicha decisión se adoptó después de que el Ministerio afirmara que no podía encontrar dichas cartas.
El primer ministro Löfven y la ministra de Exteriores Wallström han insistido reiteradamente en que las cartas no contenían disculpa alguna hacia Arabia Saudí. Sin embargo, según el diario Expressen, el reino saudí exigió una serie de concesiones por parte sueca: una de ellas era una disculpa. Está claro que la impresión que se tiene en el mundo árabe es que Suecia, en efecto, se ha disculpado.
Löfven tiene una explicación distinta, aunque bastante enrevesada.
El 28 de marzo Expressen citaba estas palabras del primer ministro:
Hemos explicado [a los saudíes] que lamentamos que algo haya podido considerarse como una crítica nuestra hacia el islam, cosa que nunca hemos hecho.
El premier añadió que Suecia no tiene intención de criticar nunca el islam. Y prosiguió: "Tenemos el mayor de los respetos por el islam como religión".
Löfven puso mucho interés en enfatizar que "Suecia sigue defendiendo los derechos humanos. Para nosotros, hacerlo tiene una inmensa importancia. Al mismo tiempo, deseamos cooperar con Arabia Saudí".
Como es habitual en los medios suecos, Expressen se abstuvo de preguntarle al primer ministro si sus comentarios debían considerarse una señal de que Suecia dejaría de criticar prácticas islámicas como la tortura de blogueros, la ejecución de infieles y la opresión a las mujeres.
Un posible acuerdo
Por tanto, resulta difícil establecer qué concesiones puede haber hecho Suecia al rey Salman a cambio de normalizar las relaciones entre ambos países.
Sin embargo, es lógico pensar lo siguiente:
- Arabia Saudí es libre de decir que Suecia se ha disculpado, y Suecia es libre de negarlo.
- Suecia puede seguir afirmando ser una defensora de los derechos humanos en general, pero promete rebajar el tono de sus críticas a los abusos en países islámicos.
- Suecia no criticará nunca más las prácticas de la sharia ni relacionará jamás dichas prácticas con el islam.
- Puede que Suecia incluso haya accedido promover la causa del islam en el país, por ejemplo con la promesa de construir nuevas megamezquitas y de conceder mayor influencia a imanes locales y a representantes de instituciones misioneras musulmanas.
Si realmente se ha hecho esta última concesión, al Gobierno sueco no le resultará difícil ponerla en práctica. La ministra de Cultura y Democracia, Alice Bah Kuhnke, ya ha prometido iniciar "una estrategia nacional contra la islamofobia". En Suecia se interpreta como islamofobia cualquier crítica al islam y a la inmigración masiva.
Si el acuerdo sueco-saudí es como se supone, Arabia Saudí habrá obtenido en la práctica poder de veto sobre determinados aspectos de la política exterior sueca, y puede que también sobre sus políticas domésticas.
Sea cual sea la interpretación que se quiera hacer del resultado de la reciente escaramuza diplomática, Suecia ha sufrido una inmensa pérdida de credibilidad. De ahora en adelante resultará difícil tomarse en serio sus afirmaciones de ser una superpotencia humanitaria y feminista.
Aunque respalda los artículos de Ingrid Carlqvist que ha publicado hasta la fecha, Gatestone Institute ya no está asociado a ella de ningún modo.