El Ministerio de Exteriores y los medios de la India han celebrado el acuerdo con Irán, lo mismo que sus homólogos de las capitales occidentales. Pero las comunidades de defensa y empresarial del país están expresando su preocupación por lo negociado.
Recientes adquisiciones de material de defensa muestran que la India se está preparando para un Oriente Medio desestabilizado. Mientras se negociaba el acuerdo con Irán, los indios han estado incrementado su capacidad defensiva, lo que incluye la construcción de un escudo de defensa antimisiles global, capaz de interceptar un misil balístico con un alcance de hasta 5.000 kms, lo que cubre de manera efectiva el Mar de China Meridional y el Golfo Pérsico.
La India tiene buenos motivos para preocuparse por que las ganancias iraníes procedentes del negocio petrolífero sirvan para financiar a radicales chiíes de todo el mundo islámico. La influencia iraní podría recrudecer la lucha entre chiíes y suníes por el control del islam político y extenderse a Cachemira y a otros lugares.
Sin embargo, la principal preocupación de la India sigue siendo el vecino Pakistán.
Con este acuerdo, que pone a un Irán chií camino de conseguir una bomba nuclear, las naciones suníes árabes rivales se están poniendo nerviosas ante la perspectiva de vivir en un Oriente Medio dominado por los iraníes.
Pakistán sería el bazar preferido por las naciones árabes suníes para adquirir una bomba atómica lista para usar. Al parecer, Arabia Saudí ha financiado el programa nuclear paquistaní durante décadas y espera obtener a cambio una bomba atómica para llevar. El presidente estadounidense, Barack Obama, podría tener razón respecto a que no permitirá que haya un Irán nuclear durante su mandato, pero después de que deje la Casa Blanca, y por su culpa, el panorama nuclear de Oriente Medio podría volverse radiactivo.
El Ejército pakistaní servirá de intermediario en los acuerdos nucleares por valor de miles de millones de dólares entre Pakistán y las naciones árabes suníes, y el dinero servirá, en buena medida, para financiar infraestructuras islamistas y revueltas yihadistas en Cachemira y otros lugares.
El acuerdo iraní también siega las esperanzas indias de realizar prospecciones petrolíferas en Irán. Grandes potencias occidentales, como Alemania y Francia, que han presionado para que se llegara a un acuerdo, ahora harán cola para asegurarse de obtener de los iraníes concesiones comerciales a cambio del levantamiento de las sanciones y de que las restricciones se diluyan.
La India no estará en la vanguardia de las potencias petroleras; se verá obligada a conformarse con ir en el asiento de atrás. Los comentaristas políticos indios que albergaban esperanzas de lograr un acceso ilimitado a un petróleo iraní barato no tuvieron en cuenta que los franceses y los alemanes tenían la vista puesta en esas mismas reservas de crudo.
Tanto el Estado Islámico como Al Qaeda han repetido sus llamamientos a la yihad en la India. El Estado Islámico ha exhibido en un desfile en Siria un misil Scud capturado a las fuerzas del régimen de Damasco con capacidad para llevar una cabeza nuclear; no hace falta mucha imaginación para concebir un Estado árabe con armas nucleares que caiga en manos del Estado Islámico o de una de sus franquicias.
Lo mejor que puede hacer la India es tratar de reducir sus riesgos, asegurar sus fronteras y reforzar sus defensas.
Como Israel, la India también tiene que darse cuenta de que está sola. Las potencias occidentales que negociaron el acuerdo con Irán han demostrado que carecen de la convicción y la decisión necesarias para evitar que la República Islámica fabrique armas nucleares, o para prevenir que los países árabes consigan armas atómicas propias.
Y con el presidente Obama tratando de reducir la huella estadounidense en el mundo, puede que esta vez la caballería no acuda al rescate.