El aumento de crímenes violentos perpetrados por inmigrantes del Medio Oriente y los Balcanes están convirtiendo partes de Duisburg, una importante ciudad industrial alemana, en "áreas de anarquía" — áreas que se están convirtiendo de hecho en zonas prohibidas ("no-go") para la policía, según un informe confidencial de la policía filtrado a la revista alemana Der Spiegel.
El informe, elaborado por la sede de la policía de Renania del Norte-Westfalia, el estado más poblado de Alemania (y también el estado con la mayor población musulmana en Alemania), advierte que el gobierno está perdiendo el control de barrios problemáticos y que la capacidad de la policía para mantener el orden público "no se puede garantizar a largo plazo".
Duisburg, que tiene una población total de alrededor de 500.000 personas, alberga un estimado de 60 mil musulmanes, en su mayoría turcos, haciendo de esta una de las ciudades más islamizadas de Alemania. Sin embargo, en los últimos años, miles de búlgaros y rumanos (incluyendo gitanos Roma y Sinti) han acudido a Duisburg, creando un volátil caldero étnico-religioso.
Según Der Spiegel:
"Hay barrios donde pandillas de inmigrantes se están apoderando de coches de metro enteros para sí mismos. Residentes nativos y comerciantes están siendo intimidados y silenciados. Las personas que toman los tranvías durante la tarde y la noche describen sus experiencias como 'pesadillas vivientes'. Policías, y especialmente las mujeres policías, están sujetos a 'altos niveles de agresividad y falta de respeto'.
"Según el informe, a mediano plazo no va a cambiar nada. Los motivos: la alta tasa de desempleo, la falta de perspectivas de empleo para los inmigrantes sin cualificación para el mercado laboral alemán y las tensiones étnicas entre los emigrantes. El departamento de policía de Duisburg quiere ahora reforzar su presencia en las calles y rastrear a los delincuentes consistentemente.
"Los expertos han advertido desde hace tiempo que los barrios problemáticos podrían convertirse en zonas prohibidas. El presidente de la Unión de la Policía alemana, Rainer Wendt, le dijo a Spiegel Online hace algunos años: 'En Berlín o en el norte de Duisburg hay barrios donde los compañeros casi no se atreven a detener un coche, porque saben que serán rodeados por 40 o 50 hombres'. Estos ataques constituyen un 'desafío deliberado a la autoridad del Estado — son ataques en los que los autores están expresando su desprecio por nuestra sociedad'".
La filtración del documento se produce en medio de un aumento de ataques a la policía por parte de turbas de inmigrantes, no sólo en Duisburg, sino en todo el país.
Por ejemplo, en el barrio Marxloh de Duisburg el 29 de junio, una multitud de inmigrantes libaneses atacó a dos policías que intentaban detener a dos hombres por fumar cannabis en una acera pública. En cuestión de minutos, los oficiales estaban rodeados por más de 100 hombres que trataron de impedir que los arrestos se llevaran a cabo. Se necesitaron diez coches patrulla y decenas de refuerzos policiales para rescatar a los dos oficiales.
También en Marxloh, el 24 de junio, dos hombres que se involucraron en una pelea utilizaron sus teléfonos celulares para llamar a sus amigos para que los ayudaran. En cuestión de minutos, más de 300 personas se habían reunido en el lugar. Al menos 100 policías intentaron separar a los dos grupos, pero la multitud se tornó rápidamente contra la policía. Según el portavoz de la policía de Duisburg Ramón van der Maat, "Sucede una y otra vez, somos llamados a un incidente que en un principio no parece tan malo. Pero después necesitamos nueve, diez u once coches de policía para restablecer el orden".
En Gelsenkirchen, el 24 de julio, dos agentes de policía trataron de detener a un conductor que se pasó un semáforo. El conductor salió del coche y trató de huir a pie. Cuando la policía lo encontró, más de 50 personas aparecieron prácticamente de la nada para evitar la detención del sospechoso. Un joven de 15 años de edad, atacó a un policía por la espalda y comenzó a estrangularlo, dejándolo inconsciente. Fueron necesarios una gran cantidad de policías y gas pimienta para controlar la situación.
En Berlín, el 24 de junio, unos 30 miembros de pandillas de inmigrantes rivales provocaron una pelea fuera de un club nocturno en el barrio berlinés de Neukölln. Cuando llegó la policía, la multitud comenzó a atacar a los oficiales. Se necesitaron más de 60 agentes de policía para reestablecer el orden.
También en Berlín, el 4 de junio, decenas de policías fueron desplegados para disolver una pelea entre 50 miembros de dos familias de inmigrantes rivales en un parque público en Neukölln. El cuerpo a cuerpo comenzó cuando dos jóvenes se enzarzaron en una pelea, que se salió rápidamente de control después de que miembros adultos de la familia se involucraron a favor de cada uno de los chicos.
Un día antes, más de 90 agentes de policía fueron desplegados para detener una pelea entre 70 miembros de los clanes rivales de inmigrantes en un parque público de Moabit, un barrio del centro urbano de Berlín. La pelea comenzó cuando dos mujeres empezaron a discutir por un hombre, y se tornó violenta después de que se involucraron más y más miembros de la familia. Dos policías resultaron heridos.
El 8 de junio, más de 50 agentes de policía fueron desplegados para disolver una pelea de inmigrantes de Bosnia, en una boda en el distrito de Tempelhof en Berlín. El cuerpo a cuerpo comenzó cuando dos invitados a la boda empezaron una discusión que terminó a puñetazos. Al poco tiempo, más de una docena de personas se unieron. Sin embargo, tan pronto como llegó la policía, los clanes rivales dejaron de luchar entre sí y comenzaron a atacar a los oficiales. Uno de los invitados a la boda golpeó a un policía en la cabeza con una silla; el oficial fue herido de gravedad. Otros agentes fueron atacados con botellas, mientras que otros fueron escupidos e insultados.
En una entrevista con la revista alemana Focus, el jefe del sindicato de la policía de Renania del Norte-Westfalia, Arnold Plickert, alertó sobre la aparición de zonas prohibidas (no-go) en las ciudades de Colonia, Dortmund, Duisburg y Essen. "Varios grupos de rockeros rivales, así como clanes libaneses, turcos, rumanos y búlgaros, están luchando por la supremacía de las calles", dijo. "Ellos hacen sus propias reglas; aquí la policía no tiene nada más que decir".
En agosto de 2011 en una entrevista con el diario Der Westen, Bernhard Witthaut, Comisario Jefe de la Policía de Alemania, reveló que los inmigrantes han estado imponiendo zonas prohibidas ("no-go") en las ciudades alemanas a un ritmo alarmante.
El entrevistador le preguntó Witthaut: "¿Hay zonas urbanas — por ejemplo, en la cuenca del Ruhr — distritos y bloques de viviendas que son zonas prohibidas ("no-go"), es decir, que ya no pueden ser protegidas por la policía?" Witthaut respondió:
"Cada comisario de policía y ministro del Interior lo negaría. Pero, por supuesto, sabemos a dónde podemos ir con el coche de la policía y a donde, incluso desde el principio, sólo con transportes blindados de personal. La razón es que nuestros colegas ya no pueden sentirse seguros en parejas, y temen convertirse en víctimas de un crimen. Sabemos que estas zonas existen. Peor aún: en estas áreas, los crímenes ya no resultan en cargas criminales. Están abandonados a sí mismos. Sólo en los peores casos la policía sabe acerca de ellos. El poder del Estado está completamente fuera de la escena".
La amenaza que representan los clanes de inmigrantes ha ido creciendo durante muchos años. En octubre de 2010, Der Spiegel publicó el artículo — "Familias árabes numerosas: El Estado se encoge de miedo por clanes criminales" — que alertó sobre la aparición en Alemania de una "sociedad paralela de la criminalidad" dirigida por "clanes de mafiosos inmigrantes con miles de miembros" que están "aprovechando vacíos legales, servicios de seguridad social y contactos con grupos dominantes de crimen organizado internacional". El artículo dijo que el estado no podía hacer nada para enfrentar el problema porque las autoridades alemanas se hicieron las de la vista gorda.
Según Der Spiegel:
"Las pandillas trafican heroína y cocaína, operan burdeles o están activos en el negocio del contrabando. La brutalidad con la que llevan a cabo sus actividades los ha hecho muy poderosos, por lo que la policía les tiene miedo. El estado es pasivo con respecto a estos clanes, los políticos ignoran el fenómeno.
"A lo largo de los años esta negligencia ha permitido el surgimiento de una sociedad paralela criminal. Esto no habría pasado si las autoridades hubieran actuado prontamente y de manera decisiva: Desde el 2004, una comisión de la Policía Criminal Federal (BKA) advirtió que los grupos étnicos estaban fuera de control, así como los llamados Mhallamiye-kurdos [un grupo étnico de habla árabe procedente del sur de Anatolia], incluyendo el clan conocido como la Familia M, basado en Bremen.
"En ese momento, los investigadores especiales del gobierno federal y de los gobiernos estatales criticaron la falta de esfuerzos en integración y atacaron a la judicatura alemana. Se dijo que debido a la tolerancia mal interpretada, los tribunales agravaron los problemas con su persistente indulgencia.
"El informe advirtió de 'subculturas étnicas insulares que ya estaban firmemente establecidas, bajo el abuso considerable de las debilidades existentes en la ley de inmigración y asilo del gobierno federal'.
"Hoy en día estas estructuras criminales están tan arraigadas que 'sólo podrían ser desmanteladas parcialmente', y esto únicamente con el apoyo y la cooperación de 'todas las autoridades pertinentes, la asistencia judicial y la ampliación de medidas tácticas de investigación criminal'. En otras palabras: Realmente nunca".
El artículo revela que algunos delincuentes poseen más de una docena de identidades diferentes, y que es común que continúen recibiendo los beneficios de la seguridad social, porque las leyes de privacidad alemanas impiden que la policía sea informada acerca de la ubicación de un sospechoso.
Según un investigador de la policía entrevistado por Der Spiegel, los clanes de inmigrantes "ven a la sociedad alemana como una que puede ser saqueada; ellos nos ven como perdedores". Es poco probable que esto cambie a corto plazo, agregó, porque hay cerca de 1.000 niños en los clanes, solo en la ciudad de Bremen.
En su libro titulado "El fin de la paciencia", la fallecida juez alemana de menores Kirsten Heisig advirtió sobre el peligro creciente que representan los llamados clanes étnicos:
"Una familia, padre, madre, 10 a 15 niños, en algunos casos hasta 19 niños, emigraron de Líbano. Algunos niños nacieron en la 'tierra patria', otros en Alemania. Antes de que las madres den a luz a su último hijo, ya tienen nietos. Por lo tanto, un clan crece a una velocidad asombrosa. En documentos oficiales, la nacionalidad de las familias se registra como 'apátrida', 'desconocida', 'libanesa' o cada vez más 'alemana', en referencia a las transferencias de seguridad social del gobierno y a las prestaciones por hijos.
"Una familia extensa genera fácilmente cientos de investigaciones de la policía. Si el tráfico de drogas u otras transacciones ilegales se entrometen en el territorio de un clan rival o incluso en el de pandillas de diferentes orígenes étnicos, el problema se resuelve matándose unos a otros, o por lo menos intentándolo.
"Las mujeres de la familia se centran principalmente en los robos, mientras que los hombres cometen crímenes que abarcan todos los sectores del Código Penal: drogas y crímenes contra la propiedad, amenazas, robos, extorsión, lesiones personales, delitos sexuales y proxenetismo hasta el asesinato. Los niños crecen en gran medida sin control en estas estructuras criminales".
Según Roman Reusch, un alto ex fiscal en Berlín, los jóvenes nacidos en los clanes inmigrantes "están siendo entrenados constantemente para convertirse en delincuentes profesionales". Dijo que los jóvenes estaban creciendo en un entorno en el que "los crímenes más graves son completamente normales". Y agregó: "Ellos han desarrollado una mentalidad de autoservicio. Están decididos a tener lo que quieren, cuando quieren y tantas veces como quieren". Esto les hace una "reserva ideal para los soldados de a pie de la delincuencia organizada".
Después de que Reusch intentó iniciar una ofensiva contra los clanes, fue destituido rápidamente de su cargo. Su sucesor políticamente correcto tenía un mensaje claro acerca de cómo iba a partir de ahora a hacer frente a los criminales: "No me gusta la palabra 'dureza'".
De nuevo en Duisburg, el diario Rheinische Post ofreció una visión de la realidad del multiculturalismo alemán por medio de una entrevista con un conductor de servicio público. "Me gustaría no tener que conducir el tren a través de este barrio [Marxloh]", dijo, y agregó que a menudo tiene que usar los frenos, porque los niños inmigrantes están jugando en las pistas. "Si ellos son perseguidos por la policía, regresan de nuevo tan pronto los oficiales se han ido".
En cuanto a aquellos que toman los trenes, son más los que no pagan boleto que los pasajeros que pagan, porque los conductores tienen miedo de ser asaltados si les piden a los inmigrantes que muestren sus boletos.
El concejal de la ciudad de Duisburg Volker Mosblech expresó su frustración por la dificultad de la situación en Marxloh: "Cuando digo que se deben tomar medidas para garantizar que los inmigrantes cumplen con las normas y reglamentos, estoy inmediatamente señalado como una persona de extrema derecha. Pero orden es exactamente lo que se necesita".
Hace casi cinco años, la canciller alemana, Angela Merkel, admitió que el multiculturalismo alemán ha "fallado por completo". En sus declaraciones en una reunión de la Unión Demócrata Cristiana de centro-derecha (CDU) en Potsdam en octubre de 2010, Merkel dijo:
"Somos un país que a principios de la década de 1960 en realidad invitó trabajadores (musulmanes) a Alemania. Ahora viven con nosotros y nos mentimos a nosotros mismos por un tiempo, diciendo que no iban a quedarse y que desaparecerían un día. Esa no es la realidad. Este enfoque multicultural — diciendo que simplemente vivimos al lado del otro y estamos felices el uno con el otro — este enfoque ha fracasado, fracasado totalmente".
En ese momento, muchos votantes esperaban que los comentarios de Merkel transformaran el debate sobre la inmigración masiva a Alemania. Sin embargo, desde entonces, la inmigración, especialmente desde el mundo musulmán, ha continuado sin cesar.
Alemania ahora acoge a la mayor cantidad de inmigrantes (8,2 millones) de cualquier Estado miembro de la Unión Europea. Alemania también tiene la segunda mayor población musulmana (5.000.000) en la UE.
Alemania sigue siendo el destinatario del mayor número de solicitudes de asilo en la UE. Alemania recibió más de 200.000 solicitantes de asilo en 2014, y se espera que ese número se doble a finales de 2015.
Según las últimas estadísticas, más de 179.000 personas solicitaron asilo en Alemania durante los primeros seis meses de 2015. La mayoría eran de Afganistán, Albania, Irak, Kosovo, Serbia y Siria.
Soeren Kern es analista de política europea para el Instituto Gatestone en Nueva York. Síguelo en Facebook y en Twitter.