Es rara la semana en que no hay noticias de que ha muerto un palestino mientras luchaba en las filas del grupo terrorista Estado Islámico. Esas noticias han suscitado gran preocupación entre muchos de los palestinos que viven en la Margen Occidental y la Franja de Gaza. Un reciente informe calcula que, hasta la fecha, unos 100 palestinos se han unido al Estado Islámico; según otras estimaciones, el número sería mucho más alto.
No es nada sorprendente que la mayoría de los palestinos que se han unido al EI proceda de Gaza, controlada por Hamás desde 2007.
El año pasado, varias informaciones sugerían que el Estado Islámico y sus partidarios se habrían infiltrado en la Franja, lo que representa una gran amenaza para el control de Hamás sobre la zona, en la que residen unos 1,6 millones de palestinos. A comienzos de 2015, partidarios del EI organizaron su primer acto público en las calles de la ciudad de Gaza, donde instaron a que un ejército islámico destruyera Israel y los "enemigos del islam".
A comienzos de la semana pasada, el Estado Islámico informó a la familia Yehia, residente en la localidad de Yenín, en la Margen Occidental, de que su hijo Said había muerto mientras combatía a favor del grupo terrorista cerca de Alepo (Siria). A los familiares les dijeron que Said se había unido al Estado Islámico hacía siete meses; según la familia, él les dijo que se iba a Europa a buscar trabajo. Sin embargo, posteriormente se enteraron de que se había ido a Siria para luchar por el Estado Islámico.
Los dos desconocidos que visitaron el hogar de los Yehia incluso entregaron a los padres de Said una foto del cadáver de su hijo.
En los últimos meses al menos cuatro palestinos de la Franja habrían muerto mientras combatían en las filas del EI. Uno de ellos, Abed al Elah Kishta, de 29 años, procedente de la localidad de Rafah, en el sur de Gaza, murió en el este de Libia. Semanas antes de su muerte, Kishta se puso en contacto con sus familiares para informarles de que se había unido al grupo.
El segundo gazatí muerto fue identificado como Musa Hiyazi, de 23 años. Su padre, Hasán, dice que su hijo murió mientras combatía con el EI en la ciudad iraquí de Faluya. El grupo, posteriormente, honró a Hiyazi como a uno de sus mártires, y se refirió a él por su alias: Abu Mumen al Maqdisi.
Un tercer palestino muerto fue identificado como Wadi Washah, de 21 años, residente en el campamento de refugiados gazatí de Yebalia. Su familia manifestó su conmoción al enterarse de que había muerto mientras luchaba junto al Estado Islámico en Siria. Afirma que su hijo se había unido previamente a la Yihad Islámica Palestina antes de abandonar la Franja a través de un túnel de contrabando que cruzaba la frontera con Egipto. El padre de Wadi dice que su hijo viajó a Siria siguiendo instrucciones de líderes yihadistas salafistas de Gaza vinculados al EI. Según él, Wadi le dijo que había conseguido matar a decenas de iraníes en Siria.
El último de los palestinos muertos es Ahmed Badwan, de 26 años, alias Abu Tarek al Gazawi, procedente del campamento de Al Bureij, en la Franja. Fuentes próximas a la familia afirman que Badwan salió de Gaza a través de uno de los túneles de contrabando de Hamás, y que en un primer momento se unió al Estado Islámico en Siria antes de pasarse a la rama iraquí del grupo. Murió durante un ataque aéreo de la coalición encabezada por EEUU a una de las bases del EI en Irak, según las fuentes.
Pese a que el número de palestinos que se han unido al Estado Islámico sigue siendo relativamente bajo, es evidente que el grupo terrorista se ha vuelto extremadamente popular entre los palestinos de la Margen Occidental y Gaza. Según cuatro encuestas publicadas hace unas semanas, al menos un millón de palestinos apoya al EI.
Según los sondeos, el 24% de los palestinos tiene una opinión positiva del Estado Islámico. Dado que en la Franja viven 1,8 millones de palestinos, y 2,7 en la Margen Occidental, eso significa que más de un millón de palestinos apoya al grupo terrorista.
El activista cristiano Sam Butrús señaló, al comentar los resultados de las encuestas, que el amplio apoyo del que goza el Estado Islámico entre los palestinos es una señal del creciente extremismo y de la negación de sus derechos a los cristianos de Tierra Santa:
Al parecer, un 20% de los palestinos no tiene problema con que se expulse a sus hermanos cristianos y se destruyan sus iglesias para convertirlas en mezquitas. Eso es lo que el Estado Islámico ya está haciendo en las zonas bajo su control.
Los cristianos no son los únicos que deberían preocuparse por el creciente influjo del EI en la Margen Occidental y la Franja. Los dos Gobiernos palestinos, el de Hamás y el de la Autoridad Palestina, también deberían hacerlo. En las últimas semanas, portavoces del Estado Islámico han lanzado amenazas contra ambos, acusándolos de "colaborar" con "la entidad sionista". Pero tanto Hamás como la AP sólo pueden culparse a sí mismos por el aumento del número de palestinos que se unen al Estado Islámico. Ambos consienten que en sus mezquitas y medios de comunicación se incite contra Occidente. Sus dirigentes glorifican y respaldan frecuentemente a los palestinos que cometen atentados contra israelíes, con lo que animan a que otros los imiten. Y si esos palestinos no logran atacar a Israel desde la Margen Occidental y la Franja, viajan a Siria e Irak para unirse a la yihad contra los aliados israelíes: Estados Unidos y otros países occidentales.
Los dirigentes palestinos de la Margen Occidental y Gaza no pueden eludir su responsabilidad por inspirar a docenas de palestinos para que se unan al EI. Su feroz discurso, unido a la constante incitación contra Israel y Occidente, está radicalizando aún más a los palestinos y empujándolos a los abiertos brazos del Estado Islámico.