Las desgarradoras fotografías de los refugiados musulmanes intentando llegar a Europa han intensificado un problema controvertido y urgente: el problema de la inmigración musulmana y cómo debería abordarlo el mundo.
"Hay 20 millones de refugiados esperando en el umbral de Europa", dijo Johannes Hahn, comisario de Política Europea de Vecindad y Negociaciones de Ampliación de la UE.
Muchos afirman que Europa, enfrentada a la crisis producida por la enorme afluencia de migrantes y refugiados musulmanes que huyen sobre todo de Siria e Irak, debería abrir sus puertas. Pero, dadas las realidades de Europa y el mundo musulmán, esta propuesta podría ser perjudicial tanto para Occidente como para el mundo musulmán.
Uno de los argumentos más comunes es que Europa no está haciendo lo suficiente por los refugiados musulmanes y que es la responsable del caos en Siria y el resto del mundo musulmán.
Las actuales guerras en Oriente Medio no son, sin embargo, culpa de Occidente. Obviamente, la Administración Obama y los Gobiernos europeos deben hacer algo más para detener el baño de sangre en el mundo musulmán, pero decir que las guerras de la región son el producto de la intervención occidental u otras conspiraciones occidentales solo demuestra la confusión y la ignorancia respecto a la historia del islam de quienes afirman tales cosas.
Las escrituras islámicas llaman a los musulmanes a librar una guerra contra otras religiones para someterlas al islam. Mahoma, el fundador del islam, dijo que tenía "órdenes de Alá de luchar contra los hombres hasta que atestiguaran que no hay más dios que Alá y Mahoma es su profeta".
En La Meca, Mahoma defendió la iqra fiddin (no debe haber coacción en la religión). Pero cuando no se aceptó fácilmente su regalo, el islam, empezó a descartar la coexistencia pacífica, su mensaje se volvió cada vez más intolerante y recurrió a la militancia.
Cuando Mahoma se mudó a Medina, tras una benévola vida en La Meca, el islam se convirtió en una fuerza militar que parecía querer regir todos los aspectos de la sociedad, incluyendo prácticas como la esclavitud sexual, los matrimonios de menores, las conversiones forzosas, las palizas a las esposas y las expediciones para matar "infieles". Especialmente en las últimas partes del Corán, Mahoma alienta la violencia contra los no musulmanes y su eterna condena.
Lamentablemente, el fundador del islam no dejó un mensaje humanitario de respeto a las personas de otros credos e igualdad. En la época en que Mahoma vivió en Medina, su nueva religión defendía abiertamente la dominación sobre el prójimo mediante la subyugación, la violación, el asesinato y la conversión forzosa. Las personas que seguían sus enseñanzas se volvieron violentas primero hacia las comunidades pacíficas y después hacia otros pueblos de alrededor.
Al no dejar Mahoma un sucesor claro, el olvido provocó rápidamente violencia. Durante los primeros años después de su muerte, miembros de su propia familia fueron a la guerra unos contra otros. En una batalla entre Aisha, una de las esposas de Mahoma, y Alí, su hijo adoptado, miles de musulmanes cayeron luchando hasta la muerte. Así que quien conozca la historia del islam no debería extrañarse de la actual violencia de musulmanes contra musulmanes.
Sin embargo, el verdadero objetivo de los ejércitos musulmanes han sido por lo general los no musulmanes, y algunos pueblos de África del Norte, Oriente Medio, Europa y Asia han sufrido la violencia islámica durante los últimos 1.400 años.
Desgraciadamente, las prácticas violentas, represivas e intolerantes el islam –contra los no musulmanes, las mujeres e incluso diferentes sectas del islam– se siguen produciendo sin ningún control en el mundo musulmán, y la profunda división perdura hasta hoy, encarnada en el conflicto entre suníes y chiíes.
La última extensión de esta tradición de violencia se ha producido sobre todo en Siria y en Irak. Lo que el Estado Islámico (ISIS) y otros bárbaros grupos islamistas han estado haciendo a la gente es inenarrablemente espantoso; pero se basa meticulosamente en las escrituras islámicas. No es Occidente quien está causando estas tragedias humanas; son el islam y los musulmanes.
Desafortunadamente, muchas personas en Oriente Medio sienten tanta afinidad hacia el islam político que no se dan cuenta de que el islam político es la causa originaria de sus problemas. Este error es probablemente la principal causa de que no puedan librarse de sus regímenes retrógrados y violentos, o hacer progresos culturales y científicos.
La ley islámica es un sistema teocrático en el que no se sigue ninguna enseñanza que no sea islámica. Y, claramente, el islam clásico ha tenido un efecto más duradero y potente en la región que cualquier otra religión. Hace poco, el líder más destacado de los Hermanos Musulmanes, Yusuf al Qadarawi, admitió que el "asesinato de apóstatas es esencial para la supervivencia del islam", porque si no el islam no habría perdurado.
En 2006, por ejemplo, Rafiq Tagi, escritor y periodista azerbaiyano, fue arrestado tras publicar un artículo titulado "Europa y nosotros", en el que sostenía que los valores humanistas y universales de Europa serían más beneficiosos para Azerbaiyán que los valores islámicos.
Diez días después de que se publicara el artículo, un clérigo iraní lanzó una fetua pidiendo su muerte. En 2007 fue sentenciado a tres años de prisión. Excarcelado por un indulto presidencial en diciembre de 2007, recibió seis puñaladas en el centro de Baku por un atacante desconocido, y murió en el hospital cuatro días después.
Los miembros de una cultura que asesina a intelectuales que intentan presentar ideas para mejorar sus sociedades no tienen el derecho moral de echar la culpa de su atraso y de su sanguinaria cultura a Occidente, pero lo hacen constantemente. Culpan, por ejemplo, de la reciente crisis en la región a la "invasión norteamericana de Irak".
Estados Unidos ha intervenido en algunos países de América Latina, ahí están los golpes de Estado de Brasil en 1964 y Chile en 1973, pero ¿cuántos en esos países hicieron volar por los aires objetivos norteamericanos como represalia? Nadie. Porque, a diferencia del islam, su religión no llama a la yihad, al califato global, a la dominación mundial y a la muerte de los apóstatas. Estados Unidos también intervino en Vietnam, pero una vez se hubieron marchado los norteamericanos, los vietnamitas no empezaron una guerra civil. Tampoco lo hicieron los coreanos.
Las religiones tienen obviamente una fuerte influencia en las sociedades; las religiones cristiana y budista, por ejemplo, son (en general) más pacíficas y humanitarias que el islam. En términos de fomento de la violencia, el islam es de lejos la más violenta y discriminatoria. Se trata de galaxias distintas.
A diferencia de América Latina o Asia, ha habido violencia y asesinatos religiosos sin fin en Irak, Afganistán, Libia y otros países musulmanes. Estos lugares, sin embargo, ya eran violentos y represores antes incluso de la intervención norteamericana. La población o las Administraciones de esos países podrían haber cooperado con los Gobiernos norteamericanos para promover las democracias liberales y los intereses comunes; en su lugar, se ahogaron en un ciclo de violencia y de interminables violaciones de los derechos humanos, como han hecho durante siglos.
Los regímenes o grupos musulmanes no necesitan ninguna intervención extranjera para recurrir a la violencia y vulnerar los derechos humanos. Su historia y su cultura parecen darles los suficientes incentivos para cometer esos crímenes a diario.
La historia política de los Estados musulmanes –incluido el turco– se ha limitado con frecuencia a dos opciones: o han estado gobernados por regímenes opresores nacionalistas (seculares), o por regímenes opresores islamistas. La tercera opción, que surge ahora, es un grupo extremista genocida llamado Estado Islámico (ISIS).
Lo cierto es que ni los antiguos regímenes seculares ni los regímenes islamistas eran muy diferentes del ISIS. El dictador iraquí secular Sadam Husein, por ejemplo, gaseó a los kurdos de Halabya en 1988, asesinando o hiriendo a miles de personas. Hemos visto similares escenas de masacres en Siria por parte del régimen secular del presidente Bashar al Asad. Y los Gobiernos seculares de Turquía han asesinado a decenas de miles de kurdos y perseguido a los cristianos, los alevíes y los judíos.
Lo que distingue al ISIS de otros Gobiernos musulmanes islamistas o seculares de Oriente Medio es que, mientras otros tratan de ocultar sus crímenes, filma los crímenes que comete y los difunde por medio de internet.
A medida que se intensifican estas guerras en Oriente Medio, la población de la región trata de huir a cualquier otra parte.
Entre tanto, las naciones árabes ricas –entre ellas Qatar, Emiratos Árabes Unidos, Arabia Saudí, Kuwait, Omán y Baréin– no hacen nada para ayudar a sus correligionarios musulmanes.
Estos Estados son ricos, y también están geográfica y culturalmente próximos a las zonas afectadas por la guerra, pero no han ofrecido ninguna ayuda económica ni plazas de reasentamiento, ni aceptado refugiados.
El doctor Abbas Kadhim escribió en Twitter:
"Sabemos que Irán es pro Asad, pero ¿por qué ningún estado árabe anti Asad y de buen corazón (por ejemplo Arabia Saudí) ha aceptado a ningún refugiado sirio?"
"Los países que han gastado millones en armar a los milicianos (incluidos los terroristas) en nombre de la liberación de los sirios, ¿no deberían aceptar refugiados?"
"Los únicos refugiados sirios que han recibido la atención de los países del Golfo son las menores vulnerables que compraron en nombre del matrimonio"
La BBC informó, además, de que "hay una percepción generalizada de que muchos Estados del Golfo han aplicado restricciones tácitas que dificultan que los sirios puedan obtener un visado en la práctica". Vaya, ¿en serio? Sería interesante saber cuáles son esas "restricciones tácitas".
Estos Estados ricos no son tampoco exactamente inocentes en lo que respecta a los asesinatos y persecuciones en Siria. Han invertido en los conflictos sirios, y han proporcionado ayuda económica a grupos terroristas islámicos que luchaban contra el régimen de Asad.
Dado el contexto cultural, lingüístico y religioso de los refugiados, parece, sin embargo, que muchos de ellos podrían vivir con sus semejantes musulmanes en esos Estados árabes. Se sabe que Arabia Saudí tiene montadas 100.000 tiendas con aire acondicionado que permanecen vacías la mayor parte del año, y que podrían albergar a tres millones de personas.
Aunque incluso las grandes compañías occidentales tiendan a abstenerse de cubrir los problemas causados por los inmigrantes y refugiados musulmanes en Occidente, ha sido lamentable que algunos inmigrantes musulmanes violaran a mujeres en Europa; que intentaran establecer sistemas paralelos de sharia en sus propios vecindarios; que exigieran justicia en sus propios tribunales regidos por la sharia; que se aprovecharan del sistema de bienestar social en lugar de buscar trabajo, y que en ocasiones incluso asesinaran a las mismas personas que les habían abierto las puertas de sus países y les habían ofrecido una vida privilegiada que jamás habrían podido tener por sí mismos en sus países natales del mundo musulmán.
Cuando, por ejemplo, un inmigrante ilegal apuñaló y mató a dos suecos el mes pasado, la destacada periodista sueca Ingrid Carlqvist escribió:
"Las preguntas inundaron las redes sociales. ¿Quiénes son estas personas a las que se deja entrar en Suecia? ¿Cuántos de ellos no son víctimas inocentes de la guerra, sino criminales de guerra y de otro tipo, escondiéndose entre los refugiados? Y ¿deberíamos pagar miles de millones de impuestos para ayudar y refugiar a ciudadanos de otros países cuando algunos de ellos intentan matarnos?".
Las mismas preguntas son válidas para los nuevos refugiados en las fronteras de los países europeos: ¿cuántos no son víctimas inocentes de la guerra, sino criminales de guerra y de otro tipo que se esconden entre los refugiados?
Los Gobiernos europeos tienen que proteger la seguridad de sus ciudadanos, así como su identidad cultural y sus libertades. El parlamentario holandés Geert Wilders ha sugerido que las personas que tengan pasaporte de un país islámico, además del holandés, deban firmar una declaración contra la sharia. En ésta deben afirmar que no quieren introducir la sharia (la ley islámica) en Holanda, y que rechazan todos los pasajes violentos del Corán.
"Si no lo hacen", dijo Wilders, "entonces, en lo que a mí respecta, no hay sitio para ellos en Holanda... No podemos tener a cientos de miles de personas en Holanda que quieren introducir la sharia. Se tiene que aceptar la democracia holandesa y renunciar a la sharia. Quiero que salgan y lo declaren públicamente".
Los nuevos aspirantes a la condición de refugiados podrían firmar también dicha declaración. Si apoyan la ley islámica, entonces Europa no es probablemente el mejor lugar para ellos. Y si cometen crímenes –como violaciones, asesinatos o intentos de establecer la ley de la sharia–, deberían ser inmediatamente deportados.
Estas estipulaciones no son una "discriminación contra los musulmanes", al igual que exigir a los invitados que vienen a tu casa que se comporten educadamente no es discriminación contra los amigos. Es simplemente el mismo modo en que los gobernantes de Oriente Medio –los saudíes, por ejemplo, y los emiratíes– se refieren a los extranjeros y visitantes. La propuesta es una manera racional y legítima de proteger la civilización europea y las vidas y libertades de todos sus ciudadanos.
¿Por qué habría que esperar que Europa se suicide y se convierta en otro territorio musulmán donde las vidas y las libertades no tienen valor? ¿Cuántos Charlie Hebdos se supone que tiene que sufrir Europa para demostrar una y otra vez que su suicida tolerancia multicultural es suicida?
Europa tiene que protegerse a sí misma y a sus libertades sin reservas. Los antepasados de los europeos pagaron un precio extremadamente alto durante muchos años para dar a sus descendientes lo que tienen hoy.
Además, los musulmanes no deberían intentar convertir Europa, que está siendo tan generosa con ellos, en otro territorio musulmán más. Ya tenemos demasiada barbarie, misoginia y persecución en el mundo musulmán.
Los musulmanes podrían prestar a nuestro pueblo un enorme servicio si en vez de ello se esforzaran más por convertir los territorios musulmanes en lugares más parecidos a Europa, como han intentado hacer los kurdos.
Hoy, los kurdos son la única nación musulmana que está luchando en serio contra el islam político, dejándose sus vidas. El Gobierno Regional de Kurdistán (GRK) en Irak ha tratado de proteger a las minorías religiosas. Miles de familias cristianas han huido de la violencia y de las amenazas en otras partes de Irak y han encontrado refugio en la Región del Kurdistán. En el GRK hay una gran cantidad de cristianos de diferentes denominaciones, así como decenas de miles de yazidíes[1].
Si hubiese un Kurdistán independiente, los kurdos serían capaces de mejorar aún más la región. Los kurdos, en cuatro partes del Kurdistán, han demostrado –mediante su lucha contra el ISIS y otros grupos islamistas– que su resistencia traería más libertad no solo a los kurdos, también a otras minorías perseguidas en la región.
Los principales criminales de las actuales crisis de refugiados son los regímenes y masas musulmanes, que han hecho muy poco por salvar sus territorios de la violencia y la tiranía islámicas.
No importa adónde vayan los musulmanes, son los propios musulmanes los que tendrán que luchar y cambiar sus sociedades a mejor. Como señala la historia, dicha empresa requerirá mucho trabajo duro, replantearse las ideas y autocrítica. Si al periodista azerbaiyano Rafiq Tagi se le hubiese permitido vivir, habría aportado ideas maravillosas respecto a lo que los musulmanes podrían hacer para poner fin a la persecución en el mundo islámico, promover la ciencia y ayudar a crear mejores vidas para todos los musulmanes de la región.
[1] En diciembre de 2014, el presidente kurdo Masud Barzani pidió a las víctimas cristianas iraquíes del ISIS que no abandonaran Irak: "Los enemigos de la humanidad, la paz y la coexistencia no quieren que os quedéis en este país", dijo. "Queridos hermanos y hermanas, por favor, no piensen en abandonar este país. Deben mantener altas sus esperanzas. Quedarse en Irak arruinará los objetivos de los terroristas". Para leer más sobre la religión en Kurdistán, ver el libro Kurdistan Land of God, de François-Xavier Lovat.