El 3 de septiembre, un hombre de 37 años con un grave historial delictivo fue abatido a tiros en un coche en el barrio de Hässelby Gård de Estocolmo. Sus dos hijos pequeños iban sentados en el asiento trasero, pero no sufrieron daños físicos. Un testigo le dijo a la Policía que el más pequeño gritó: "¡Socorro, socorro, han matado a mi papá!". Se encuentra detenido un hombre de 23 años sospechoso del asesinato, pero niega las acusaciones. La preocupación por la seguridad está creciendo en Hasselby Gård, que ya fue escenario de otro tiroteo en junio, cuando dos chicas que cruzaban la plaza principal resultaron heridas durante un fuego cruzado.
El 4 de septiembre se informó de que un cantante de nashid [himno de alabanza] de 17 años y de la localidad de Lund, que había huido la primavera pasada para unirse al Estado Islámico, ha vuelto a Suecia. El joven fue supuestamente ayudado por la Coordinadora Nacional contra el Extremismo Violento, Mona Sahlin, que ha trabajado estrechamente con su familia. Cuando llegó a Siria, parecía haberse hecho a la vida de allí. En un vídeo publicado en Facebook el 10 de mayo, aparece con un Kalashnikov al hombro cantando un nashid dedicado al ISIS. También instaba a que otros siguieran su ejemplo: "Quiero deciros que ojalá pudierais estar aquí conmigo. Es tan perfecto y maravilloso como esperaba".
Ahora canta una melodía distinta. Tras regresar a casa, escribió en Facebook que ya no apoyaba los actos del ISIS. "Sus creencias son extremas (...) y se burlan de los nobles ulemas (eruditos) (...) No apoyo al ISIS, entre otras cosas por su conducta hacia los musulmanes y los no musulmanes inocentes".
No a todo el mundo le entusiasma esta conversión del chico de 17 años, sin embargo. El periodista Per Gudmundson, de Svenska Dagbladet, se pregunta si es tarea de la Coordinadora Nacional organizar la repatriación de combatientes del ISIS a Suecia. "¿Quién se encarga del aspecto de la seguridad? Cualquiera puede fingir ser un desertor". Gudmundson señaló que el chico de 17 años sigue siendo un fundamentalista y que su problema con el ISIS parece ser sobre todo los trastornos que ha causado a la comunidad musulmana y su empleo de la violencia contra otros musulmanes.
El 9 de septiembre, el periódico local Gefle Dagblad proseguía su reportaje de investigación sobre los extremistas musulmanes en la ciudad de Gävle y reveló que Alí al Ganas, jefe del grupo dawah (proselitista) de la mezquita de Gävle, esperaba tener un día un pasaporte emitido por el Estado Islámico y viajar al Califato. Anteriormente, Al Ganas había celebrado la muerte de dos hombres que combatían contra el ISIS, hecho que llevó a la mezquita a renegar de él públicamente y a declarar que no tenía nada que ver con él. Sin embargo, es sin duda el actual responsable de la labor misionera de la mezquita a través del Swedish United Dawah Center (SUDC).
Al día siguiente, Gefle Dagblad reveló que el imán de Gävle, Abo Raad, es el líder del islamismo militante en Suecia. Ya en 2005, cuando dos suecos fueron condenados por financiar actos terroristas en el norte de Irak, se mencionaba a Abo Raad en la sentencia. Hubo testigos que dijeron que Raad pedía dinero a quienes visitaban la mezquita para las familias de los terroristas suicidas. La sentencia decía:
"El imán rezó por aquellos que iban a inmolarse en un ataque contra el ejército de EEUU. Se dispuso una alfombra de oración, donde los visitantes de la mezquita podían dejar dinero, que según el imán se destinaría a los terroristas suicidas y a los niños huérfanos".
El día que se publicó el artículo sobre Abo Raad, el periódico recibió una amenaza de bomba. Una joven llamó a la Policía exigiendo que Gefle Dagblad retirara de su web todos los artículos sobre la mezquita, en particular los relacionados con el imán. Sin embargo, no se encontró ninguna bomba y la mezquita de Gävle condenó rápidamente la amenaza.
El 10 de septiembre, tras revisar su expediente sobre el asesino de IKEA, el Servicio de Inmigración declaró que el hombre no había presentado signos de desequilibrio mental antes de cometer el doble asesinato. El ciudadano eritreo sabía desde hacía tiempo que no iba a obtener el permiso para quedarse en Suecia, ya que tenía estatus de residente en Italia, y acudió a una cita con el Servicio de Inmigración una hora antes de los asesinatos. "Se fue de la sede sin mostrar ningún tipo de agresividad", dijo Kicki Kjämpe, responsable de unidad del Servicio de Inmigración en Västerås.
Su inculpación se pospuso hasta el 16 de octubre, a la espera de los resultados de la evaluación psiquiátrica.
El 14 de septiembre, una mujer de alrededor de veinte años fue atropellada por un coche en las afueras de un colegio en el centro de Mälmo. Sufrió lesiones graves, incluida una hemorragia cerebral. El conductor del coche resultó ser un refugiado sirio de 20 años con varias condenas previas. Antes del accidente, había estado conduciendo a gran velocidad de un lado para otro en los carriles para bicicletas próximos al colegio. La Policía no dijo si había alguna conexión entre el sospechoso y la víctima. El sirio solo llevaba dos años y medio en Suecia, pero ya había sido condenado por delitos cuatro veces: por robo, conducción sin permiso y posesión de arma blanca.
El 16 de septiembre comenzó el juicio contra un hombre de 60 años, de origen ruandés, acusado de genocidio por el asesinato de miles de personas en su país natal. El juicio se celebra en Suecia porque el acusado ha vivido durante muchos años en el país y ya es ciudadano sueco. El fiscal del distrito y los investigadores de la Policía viajaron varias veces a Ruanda y mantuvieron entrevistas con testigos. El hombre, cuyo nombre no han hecho público las autoridades, ya ha sido condenado en rebeldía en Ruanda.
En la sentencia se citan cinco lugares del crimen, en el sur de Ruanda, entre ellos un edificio municipal en Muyira, donde cientos de personas fueron masacradas, y la montaña Nyamure, donde miles de personas fueron asesinadas cuando la etnia hutu intentó erradicar a la minoría tutsi. El hombre de 60 años fue identificado como un líder local durante el genocidio.
"Mandó matar y mató él mismo, como todos los demás", dijo un testigo, un hombre que había participado en la masacre y estaba encarcelado por ello.
El testigo declaró que unos 2.000 hombres, mujeres y niños creyeron que se encontrarían a salvo en el edificio municipal. Después de tres días sin comida ni agua, aparecieron los asesinos, dirigidos por el acusado, de 60 años. "Dijeron: entrad ahí, a trabajar".
"Trabajar" significaba matar tutsis. Cuando los asesinos se cansaron, fueron relevados por un grupo nuevo. Para evitar matarse entre sí por error, llevaban flores en la ropa. En conversaciones grabadas se puede escuchar cómo el hombre de 60 años llama "cucarachas" a los tutsis.
Es la segunda vez que un ruandés es juzgado por genocidio en Suecia. En 2013, otro hombre fue sentenciado a cadena perpetua por genocidio. A pesar de que estos dos individuos han vivido libremente en Suecia durante años, la fiscal jefe Tora Holf dijo que las autoridades están dejando claro que "Suecia no es un refugio para sospechosos de crímenes de guerra y genocidio".
Sin embargo, las autoridades son muy conscientes de que podrían haber llegado varios criminales de guerra a Suecia este año. Ha aumentado el número de denuncias sobre dichos individuos, y se ha reforzado el Comité de Crímenes de Guerra de la Policía, así como los recursos del Servicio de Inmigración y del fiscal del distrito.
El 16 de septiembre, tres niños refugiados sin acompañante presuntamente violaron a un chico en el pueblo de Hammarlöv, en el extremo sur de Suecia. Los sospechosos, que dicen tener entre 15 y 18 años, se alojaban en el centro de refugiados Maglarp Transit. Uno es de Irán, y los otros dos de Afganistán. Los tres han sido detenidos por ser sospechosos de haber violado a un menor (lo que significa que la víctima tiene menos de 15 años) y de obstrucción a la justicia, indicando que habían amenazado al menor con represalias si denunciaba la violación. La Policía ha sido reservada respecto al incidente, y los principales medios no han mencionado nada sobre que los sospechosos sean "refugiados".
El 18 de septiembre, algunos empleados de Ferrocarriles de Suecia (SJ, en sus siglas suecas) denunciaron cómo los "refugiados" saquearon el vagón restaurante de un tren y amenazaron a los trabajadores. Había unos 200 migrantes no registrados en el tren, que viajaba de Mälmo a Haparanda, al norte de Suecia (donde van los migrantes que se dirigen a Finlandia). Los empleados de la compañía que hablaron con la revista online Fria Tider dijeron que habían sido muchos los migrantes que habían actuado con agresividad, y que el ambiente se había vuelto tan amenazador que tuvieron que encerrarse. Tras el incidente, Ferrocarriles de Suecia ordenó a su personal que no hablara con nadie sobre la conducta de los migrantes.
Éste fue solo el último de una larga serie de incidentes a bordo de trenes suecos. Los empleados de la compañía aseguraron que no harían bajar del tren a "ningún refugiado de Siria" en caso de que no dispusiese de un billete válido. Esto hizo que miles de personas dijeran ser de Siria y así poder viajar gratis.
El 21 de septiembre se filtró un email interno, enviado a los trabajadores de los trenes que cubren el tramo entre Estocolmo y Luleå, en el que se les advertía de la gravedad de la situación. El email decía que Ferrocarriles de Suecia había contratado a guardias de seguridad para ayudar a los empleados a mantener el orden en los vagones, que ya no se venderían bebidas alcohólicas a bordo y que se revisarían los billetes de los pasajeros antes de dejarles pasar al andén. La compañía escribió a los empleados: "Sabemos que soportáis una dura carga ahí fuera. Hemos establecido el límite de vagones de asistencia [que llevan migrantes y guardias de seguridad] a un máximo de cuatro".
El 21 de septiembre, después de que un funcionario local de Karlskrona –que cuenta con autoridades propias– concediera una licencia para la construcción de un minarete, desde el cual se transmitirán por altavoces llamadas a la oración cada viernes, los miembros de la agrupación local de Demócratas de Suecia dejaron una balsa en el puerto con el mensaje "¡No a las llamadas al rezo en Karlskrona!". El gobierno de la ciudad, del Partido Socialdemócrata, dijo que la protesta era una provocación, e insistió en que Karlskrona debía ser una "ciudad de bienvenida". Los Demócratas de Suecia quieren que los habitantes de la ciudad sean los que decidan si quieren escuchar llamadas al rezo cada viernes.
El 24 de septiembre se detuvo a un eritreo de 25 años acusado de asesinato en Suecia. Dos días antes de su arresto asesinó a una mujer de 20 años con la que tenía algún tipo de relación; la Policía no reveló la naturaleza del vínculo. Según algunas fuentes, la mujer era una pariente. El sospechoso llegó a Suecia a través de Etiopía en febrero de 2015. La hija de tres años de la víctima, que estaba en el apartamento cuando su madre murió asesinada, fue encontrada por la Policía cuando llegó al lugar de los hechos. Sus familiares se preocuparon al ver que la mujer no cogía el teléfono. La pequeña había estado sola en el apartamento con su madre muerta durante más de 24 horas, y lo más probable es que presenciara el asesinato de su madre. El sospechoso está en prisión preventiva y admite haber matado a la mujer, pero que no tenía esa intención.
El 28 de septiembre la Policía reveló que tenía unos 17.000 casos de deportación acumulados. A pesar de la reciente petición del Gobierno para restringir la permanencia en Suecia de las personas que hayan recibido un aviso de deportación, son cada vez más las que optan por quedarse ilegalmente en el país. La Policía dice que no puede dar prioridad a estos casos "en medio de una crisis de refugiados".
Nadie sabe exactamente cuántos inmigrantes ilegales hay en Suecia, pero desde 2011 hay 54.000 personas que se han negado a salir del país después de que se les hubiese denegado el asilo. La Policía tiene muy pocas esperanzas de seguirles la pista, porque no tienen permitido comprobar carnets de identidad basándose en la etnia, el color de la piel o la religión.
El 28 de septiembre se informó de que el Servicio de Inmigración quiere alquilar al Ejército Sueco un viejo campo de tiro en Rinkaby, a las afueras de la ciudad de Kristianstad, para montar un campo de refugiados gigante que pueda acoger a 10.000 personas. Allí se han celebrado grandes campamentos de scouts durante los últimos años. En 2011 el Jamboree Scout Mundial, con más de 40.000 scouts en todo el mundo, se celebró en el campo de Rinkaby. Al principio, el Servicio de Inmigración negó que el campo fuese a consistir en tiendas de campaña, pero desde entonces el primer ministro Stefan Löfven ha señalado que las tiendas de campaña podrían ser una realidad si el flujo de inmigrantes seguía sin cesar. El pequeño pueblo de Rinkaby tiene una población de 800 habitantes.
El 30 de septiembre el diario Svenska Dagbladet informó de que, debido a la escasez de vivienda en Suecia, y con 2.000 nuevos solicitantes de asilo que llegan cada día, los propietarios están en disposición de obtener grandes beneficios. Aleris, uno de los mayores proveedores de alojamiento para los niños refugiados sin acompañante, cobra al Gobierno 60.000 coronas (7.200 dólares) al mes –más caro que una residencia de ancianos y con personal trabajando las 24 horas– por un apartamento cuyo precio normal de alquiler son 5.000 coronas (unos 600 dólares).
Aunque respalda los artículos de Ingrid Carlqvist que ha publicado hasta la fecha, Gatestone Institute ya no está asociado a ella de ningún modo.