Turquía ha amenazado con echarse atrás en el acuerdo para detener el flujo de migrantes hacia la Unión Europea si para octubre no se garantiza a sus nacionales la libertad de viajar por los países de la UE sin necesidad de visado.
Aunque los turcos han amenazado repetidas veces con renegar del acuerdo suscrito con la UE el 18 de marzo, esta es la primera vez que han fijado una fecha límite.
Si la UE da el OK a la exención de visado, decenas de millones de turcos podrán acceder inmediata y libremente a 26 países europeos. Si se niega y Turquía en represalia reabre las compuertas de la migración, este otoño podrían empezar a llegar a Grecia millones de personas procedentes de África, Asia y Oriente Medio.
Europa está atrapada en un callejón sin salida.
El acuerdo migratorio, que entró en vigor el 1 de junio, fue apresuradamente negociado por los líderes europeos, desesperados por recuperar el control de una crisis por la que, en 2015, ingresaron en Europa más de un millón de migrantes. La UE se comprometió a abonar a Turquía 3.000 millones de euros, a garantizar la exención de visado a los 78 millones de turcos y a reanudar las negociaciones para la entrada de Ankara en el club comunitario. A cambio, ésta accedió a asumir el retorno de todos los migrantes que llegaran a Grecia vía Turquía.
Los funcionarios turcos han acusado varias veces a la UE de no cumplir su parte del trato.
El 25 de julio, en una entrevista en la televisión alemana ARD, el presidente turco, Recep Tayyip Erdogan, dijo que Turquía sólo había recibido dos de los 3.000 millones de euros prometidos: "Los líderes europeos no han sido honestos. Nosotros hemos mantenido nuestra promesa. Pero ¿han mantenido los europeos la suya?".
La UE insiste en que los 3.000 millones deben ser transferidos mediante Naciones Unidas y agencias internacionales de ayuda, según la estricta normativa de gasto: "Los recursos del Fondo para los Refugiados en Turquía da soporte a los refugiados en el país", informó la UE en un comunicado. "Son fondos para los refugiados, no para Turquía".
El 31 de julio, en una entrevista en el Frankfurter Allgemeine Zeitung, el ministro de Exteriores turco, Mevlüt Cavusoglu, remarcó que Ankara quiere que la UE fije "una fecha límite concreta" para cancelar la exigencia de visado a los turcos: "Puede ser a principios o a mediados de octubre, pero estamos a la espera de una fecha exacta". Cavusoglu dijo que sus palabras no eran "una amenaza", pero añadió: "Si no se levantan las restricciones en materia de visados, nos veremos obligados a retirarnos del acuerdo alcanzado el 18 de marzo".
Según el acuerdo, las autoridades europeas se comprometían a dar a los turcos acceso al Espacio Schengen (de fronteras abiertas) por la vía rápida y sin necesidad de visado para el 30 de junio, y a reanudar las negociaciones paralizadas sobre el ingreso de Turquía en la UE a finales de julio. Para poder conseguir el levantamiento de los visados, para el mes de abril Turquía tenía que haber cumplido 72 requisitos, entre ellos los siguientes: que sus pasaportes cumplieran los estándares de seguridad de la UE, que compartiera información sobre documentos falsificados y fraudulentos utilizados para viajar a la UE y que garantizara permisos de trabajo a migrantes no sirios.
Los funcionarios europeos dicen que, aunque cumple la mayoría de las condiciones, Turquía no cumple la más importante: la de relajar sus rigurosas leyes antiterroristas, que se están utilizando para silenciar a los críticos de Erdogan, especialmente desde el fallido golpe del 15 de julio.
El comisario europeo Günther Oettinger dijo hace poco que no cree que la Unión Europea vaya a conceder la exención de visado a los ciudadanos turcos este año, a causa de la campaña represiva desatada por Erdogan tras el golpe. Las autoridades turcas han detenido a más de 15.000 personas en relación con la intentona, y al menos 60.000 funcionarios, profesores, periodistas, policías y soldados han sido despedidos o suspendidos de sus funciones.
Las negociaciones para el ingreso de Turquía en la UE también se han embarrancado después de que Erdogan amenazase con reinstaurar la pena de muerte. Oettinger dijo: "La pena de muerte es incompatible con nuestro orden de valores y nuestros tratados. Ningún país puede convertirse en Estado miembro de la UE si introduce la pena de muerte".
Erdogan, por su parte, ha afirmado que ya no está interesado en la pertenencia a la UE: "Seguiremos por nuestro camino, y ustedes por el suyo".
Entre tanto, funcionarios griegos han informado de un notable aumento del número de migrantes que están llegando a su país desde Turquía tras la intentona golpista. Los observadores dicen que Erdogan está utilizando los flujos migratorios para presionar a Grecia a fin de que extradite a ocho oficiales turcos que participaron en el golpe y que huyeron a través de la frontera común. Atenas se ha negado a entregarlos.
Mientras se aclara el acuerdo migratorio, funcionarios europeos están discutiendo un plan B. El periódico alemán Bild informó recientemente de un plan confidencial para alojar a todos los migrantes procedentes de Turquía en las islas griegas del Egeo. Se podría suspender el transporte público entre esas islas y la Grecia continental, para evitar que aquellos se trasladen a otras partes de la UE.
El plan, que según Bild se está discutiendo en los escalafones más altos del poder europeo, convertiría de facto partes de Grecia en campos masivos de refugiados por espacio de muchos años. Se desconoce si los líderes griegos tendrán que decir algo al respecto.
La Unión Europea se encuentra ante una auténtica aporía. Seguirá llegando un gran número de migrantes musulmanes a Europa, al margen de que la EU apruebe o no la exención de visado.
Miles de migrantes recién llegados, la gran mayoría de ellos hombres, atestan los andenes de la Estación de Occidente de Viena el 15 de agosto de 2015; ésta fue una escena típica en el verano y el otoño de ese año. (Imagen: Bwag/Wikimedia Commons). |
Los críticos de la eliminación del visado temen que millones de turcos puedan acabar emigrando a Europa. La revista austriaca Wochenblick informó recientemente de que 11 millones de turcos viven en la pobreza y de que "muchos de ellos están soñando con mudarse a Europa Central".
Otros analistas creen que Erdogan ve aquí una oportunidad para exportar el problema kurdo de Turquía a Alemania. Según el ministro bávaro de Economía, Markus Söder, millones de kurdos están listos para aprovechar la eliminación del visado para huir a Alemania y escapar de la persecución erdoganista: "Estamos importando un conflicto turco interno", advirtió. "Al final, llegarán menos migrantes en barco, pero llegarán más por avión".
En un artículo sorprendentemente perspicaz, Wolfram Weimer, un famoso periodista alemán, escribió que Erdogan está aprovechándose de la debilidad estratégica de Europa para promover el imperialismo turco y su objetivo de islamizar el continente:
Hace unos pocos días, Erdogan dijo: "No importa la zafiedad, la crueldad y la falta de escrúpulos con la que actúen los países occidentales: no les queda más remedio que mantener los flujos de migración bajo control". En resumen: ve la migración masiva como un arma política para presionar a Europa. En los círculos diplomáticos y militares se ha hablado durante meses del "arma de la migración", porque los servicios secretos turcos han estado promoviendo deliberada y masivamente la migración de musulmanes a Europa.
Turquía está ganando ahora enormes cantidades de dinero con toda clase de servicios de migración, y ha permitido que florezca la industria de los refugiados. Al mismo tiempo, Erdogan está persiguiendo abiertamente la islamización de Europa. Con su Diyanet [una rama del Directorio de Asuntos Religiosos del Gobierno turco que dirige cientos de mezquitas en Europa], Europa (y especialmente Alemania) están siendo islamizadas de manera planificada; los refugiados desempeñan un papel esencial, al igual que las mezquitas, para proveer un 'hogar' a los fieles en tierra extranjera.
La cita favorita de Erdogan proviene de un poema de Ziya Gökalp [1876-1924, padre del nacionalismo turco]: "Las mezquitas son nuestras barracones, y los minaretes nuestras bayonetas". Erdogan se ve a sí mismo, tanto el plano nacional como en el internacional, como un guerrero cultural religioso; como el santo patrón de la expansión del islamismo.
Soeren Kern es analista de política europea para el Instituto Gatestone en Nueva York. Síguelo en Facebook y en Twitter. Su primer libro, Global Fire, estará a la venta en 2016.