Históricamente, los islamistas turcos, especialmente los neo-otomanos, han odiado a Rusia, tanto a la zarista como a la soviética. Del mismo modo, ni rusos ni soviéticos han sido jamás grandes admiradores de los turcos, ya fueran otomanos o republicanos. Hoy, sin embargo, el presidente turco, Recep Tayyip Erdogan, que tiene un pie en la OTAN, está exhibiendo una inclinación prorrusa nunca antes vista, y en un momento en que el presidente ruso, Vladímir Putin, es visto como una amenaza existencial para los intereses occidentales.
¿Cuál es el secreto de este repentino matrimonio?
Para Putin, la amistad de Erdogan es cada vez más importante, y viceversa.
Turquía se ha negado a sumarse a las sanciones occidentales contra Rusia por Ucrania, lo que ha supuesto un salvavidas para Putin. Los cielos turcos siguen abiertos a las aerolíneas rusas y sus puertas están abiertas a cientos de miles de rusos –y a su dinero–. Las exportaciones turcas a Rusia están aumentando: sólo en julio del año pasado se dispararon un vertiginoso 75% interanual.
La empresa estatal rusa Rosatom, que está construyendo la primera central nuclear de Turquía, ha enviado unos 5.000 millones de dólares a su filial turca, la primera de una serie de transferencias de este tipo. El dinero ruso ha contribuido a tapar el creciente agujero en las reservas turcas de divisas, en un momento en que Erdogan necesita dinero extranjero para la alicaída economía del país, antes de las elecciones presidenciales y parlamentarias de junio.
Algunos analistas ven el triángulo Rosatom-Akkuyu-bonos en dólares como un plan turco-ruso para el acomodo de los fondos rusos en Turquía. Creen, por ejemplo, que el aumento de las reservas de divisas y oro del banco central turco (108.000 millones de dólares el pasado 4 de agosto, frente a los 98.900 del 26 de julio) tiene que ver con el flujo de dinero ruso hacia Turquía. Bloomberg informó de que «los misteriosos flujos de capital» hacia Turquía habían alcanzado «nuevos máximos que permitieron a los responsables políticos aumentar las reservas de divisas a pesar del creciente déficit comercial y la débil demanda de activos en liras [turcas]». La fuente de Bloomberg sigue sin estar clara.
En marzo, el ministro turco de Asuntos Exteriores, Mevlut Cavusoglu, afirmó que los oligarcas rusos eran bienvenidos en Turquía. En octubre, el Financial Times informó de que entre enero y agosto de 2021 había entrado en Turquía la cifra récord de 28.000 millones de dólares de origen poco claro. El periodista turco de investigación Aytug Ozcolak enumeró a algunos de los oligarcas rusos que tienen intereses empresariales, inversiones y fondos en Turquía, como Leonid Mijelson, Vagit Alekperov, Vladímir Lisin, Vladímir Potanin, Alexéi Mordashov y Mijaíl Fridman.
Según Marc Pierini, investigador principal de Carnegie Europe y exembajador de la UE en Ankara, el número de expatriados rusos en Turquía, así como sus inversiones inmobiliarias y transferencias financieras a bancos turcos, ha crecido sustancialmente. Además, escribió Pierini, existe la sospecha de que Rusia está tratando de eludir algunos de los efectos de las sanciones occidentales a través de Turquía, en particular mediante la adquisición de participaciones en empresas petroleras turcas, ya que las empresas mixtas contribuyen a difuminar el comercio de petróleo.
Pierini señaló:
"La política del Kremlin es muy pragmática: sabiendo que los socios de Turquía en la OTAN están deseosos de mantenerla en la Alianza y que Ankara tiene todo el interés en permanecer en ella, el objetivo de Putin sigue siendo anclar a Erdogan cada vez más a Rusia a través de una vasta malla de operaciones mutuamente beneficiosas en los campos de la defensa, la energía, el comercio y las finanzas.
"Con ello, Putin reconforta a un asediado presidente en ejercicio y refuerza abiertamente la posición de Erdogan ante las próximas elecciones. Más que del abandono por parte del mandatario turco de sus socios occidentales tradicionales, el mundo está siendo testigo de cómo el presidente ruso utiliza Turquía para su propio beneficio."
Los chistes en la vida política de Ankara describen a Putin como «jefe de la sección moscovita del partido de Erdogan». Se mire por donde se mire, Putin quiere que Erdogan siga en el poder. Preferiría no jugársela con otro dirigente turco. Después de todo, los posibles rivales de Erdogan prometen restablecer los poderosos lazos de Turquía con los países occidentales.
El vínculo Erdogan-Putin tiene dos pilares principales. Uno es el pragmatismo: ambos se benefician estratégica, política y económicamente. El otro es ideológico: ambos odian a Occidente.