Al parecer, el nuevo enemigo del régimen iraní es el presidente egipcio, Abdul Fatah al Sisi. Los mulás iraníes, por lo visto, temen la postura laica de Sisi en contra de los movimientos islamistas, y lo consideran un obstáculo para la futura influencia iraní en Oriente Medio.
Según el medio jordano Al Bawaba, Irán está decidido a acabar con el gobierno de Sisi adiestrando a un grupo islamista radicado en Libia conocido como Ejército Libre Egipcio (ELE), el cual está integrado por yihadistas egipcios que fueron a combatir en Siria durante el mandato del presidente islamista Mohamed Morsi, además de por otros militantes de los Hermanos Musulmanes huidos a Libia después de que Morsi fuera obligado a dejar el poder.
Según Al Bawaba, miembros de la Fuerza Quds (el grupo de fuerzas especiales de la Guardia Revolucionaria Islámica iraní) llegaron a Libia para adiestrar al ELE en Misrata, al noroeste del país. Los miembros de la Fuerza Quds se reunieron con líderes del Ejército Libre Egipcio: al parecer, con Abu Dawud Zuhairi y con Karam Amrani. Allí, yihadistas libaneses procedentes de Siria, dirigidos por Abu Fahed al Islam, se unieron también al ELE.
Irán planea una ofensiva contra Egipto no sólo desde el oeste (Libia), sino también desde el sur.
El periódico egipcio El Watan informa de que Irán ha desplegado miembros de la Fuerza Quds en Sudán para aprovechar el deterioro de las relaciones entre el Gobierno islamista de Jartum y el Egipto de Sisi, y de que los iraníes están adiestrando a miembros de los Hermanos Musulmanes en territorio sudanés.
Un periódico jordano, Al Arab Al Yawm, ha confirmado estas noticias, e informa además de que Irán está organizando violentas operaciones para desestabilizar Egipto desde Libia y Sudán.
Pese a que en Oriente Medio facciones chiíes y suníes suelen luchar entre sí, en esta ocasión se ha formado una nefasta alianza entre el Irán chií y los Hermanos Musulmanes suníes para combatir a su común enemigo: Al Sisi.
Durante años, el régimen iraní ha soñado con que el auge de los Hermanos Musulmanes en Egipto formara parte de un plan para islamizar Oriente Medio. En esta visión, Irán asumiría el papel dirigente, dejando a un lado el hecho de que, durante años, la República Islámica y Arabia Saudí han competido por asumir el liderazgo del mundo islámico. Como los Hermanos Musulmanes siempre se han opuesto al reino saudí, se daba por hecho que un Egipto gobernado por los Hermanos sería un aliado natural de Irán.
Como describe el autor y periodista iraní Amir Taheri en el periódico de propiedad saudí Asharq Al Awsat, Irán apreciaba al ex presidente egipcio Mohamed Morsi, respaldado por los Hermanos Musulmanes. El Líder Supremo iraní, el ayatolá Jamenei, y el presidente Morsi simbolizaban supuestamente el triunfo del islam radical, escribe Taheri. Los dirigentes de Teherán pensaban también, al parecer, que podrían "beneficiarse de su inversión política, propagandística e incluso económica" para asegurarse de la elección de Morsi.
Jamenei se ocupó de cortejar al recién elegido Morsi para atraerlo al lado iraní. Incluso comenzó a hablar de un Despertar Islámico en Egipto, y sugirió que lo que estaba sucediendo allí era similar a la Revolución Islámica iraní de 1979.
Según Taheri, el ministerio iraní de Cultura y Guía Islámica, decretó incluso que los medios deberían dejar de emplear el término "Primavera Árabe" y sustituirlo por "Despertar Islámico".
"Éste es un despertar islámico inspirado por la revolución del imán Jomenini en Irán", afirmó Alí Akbar Velayati, diplomático iraní y veterano asesor de Jamenei, en un supuesto intento de atribuir a Irán la paternidad de la Primavera Árabe.
Pero como Morsi, evidentemente, se consideraba lo suficientemente poderoso tras ganar en las elecciones, no respaldó la superioridad de Jamenei en "una imaginaria jerarquía de candidaturas al liderazgo del islam político", según expone Amir Taheri.
El régimen iraní tiene ahora planes a largo plazo, y los Hermanos Musulmanes precisan de la ayuda de la República Islámica para luchar contra su enemigo común: el presidente egipcio, Al Sisi.
Si en esta ocasión tienen éxito, Teherán exigirá, sin duda, que los Hermanos Musulmanes reconozcan públicamente a Irán como líder del mundo islámico.