El Congreso provisional libio confirmó el pasado 5 de mayo la designación del nuevo primer ministro, Ahmed Maitiq, un joven empresario respaldado por los Hermanos Musulmanes.
La elección de Maitiq resultó controvertida. Como describe el Libyan Herald, el nuevo premier fue elegido después de que miembros del Congreso persuadieran al vicepresidente del mismo para que repitiera una votación de confianza hacia él. En la primera, Maitiq obtuvo 113 votos, siete menos de los necesarios para convertirlo en primer ministro. El Libyan Herald explica que la segunda votación tuvo lugar después de que una serie de congresistas ausentes fueran convocados por sus colegas para acudir a votar. En ese punto, parece ser que los miembros del Congreso empezaron a gritarse unos a otros. Como consecuencia de ello, el vicepresidente primero y congresista independiente por la Cirenaica, Ezedin al Awami, que había presidido la sesión, decidió concluir con el procedimiento y se marchó.
En ese momento, los congresistas de los Hermanos Musulmanes se aprovecharon de la caótica situación. El miembro de los Hermanos y vicepresidente Saleh Majzum decidió que era un error concluir la sesión, así que prosiguió con la votación. Maitiq superó el umbral de los 120 votos por uno. Al día siguiente, Majzum tomó el juramento de su cargo al nuevo primer ministro.
El día de de la jura del cargo, el escritor libio Mohamed el Huni concedió una entrevista sobre la situación política del país al canal de televisión por satélite Al Arabiya, de propiedad saudí, la cual ha sido traducida por el Middle East Media Research Institute (MEMRI).
En la entrevista, El Huni sostiene que los Hermanos Musulmanes tratan de establecer un emirato islámico libio. "Creo que van camino de ello", dijo. En la segunda parte de la entrevista, el escritor afirmó que el propio Maitiq no es un islamista, pero que está controlado por los Hermanos Musulmanes, a quienes debe su ascenso al poder.
Ahora, los militantes islamistas se ven libres para actuar. El nuevo Gobierno que se va a formar y las instituciones religiosas libias parecen deseosos de hacer que el país se convierta en un emirato islamista. Mientras, el movimiento yihadista Ansar al Sharia se está fortaleciendo, bajo los auspicios de la suprema autoridad religiosa del país.
Unos días antes de la designación de Maitiq, antes del amanecer, Ansar al Sharia asaltó el cuartel general en Bengasi de los servicios secretos y asesinó a nueve soldados. Pese al ataque, el Gran Muftí libio, el jeque Sadiq Giryani, defendió a la organización yihadista. Declaró que condenar al movimiento es inaceptable; según él, no hay pruebas que demuestren su responsabilidad en el ataque.
Sin embargo, Giryani es famoso por sus posturas extremistas. En 2012 solicitó al Ministerio de Educación que suprimiera de los libros de texto unos pasajes relativos a la democracia y a la libertad religiosa. Hace poco, instó al Gobierno libio a dejar de importar lencería demasiado provocativa, ya que va en contra de la virtud islámica de la modestia.
No es posible que Libia vea la luz al final de este oscuro túnel a menos que cientos de miles de personas tomen las calles y le digan a los Hermanos Musulmanes y a Al Qaeda: "¡Basta!". La gente sencilla debe tomar las calles. Cientos de miles de personas deben tomarlas, exigir que acabe esta locura e instar a la comunidad internacional a protegerlas y a ayudarlas a establecer su Estado.
El futuro de Libia parece sombrío ahora que los Hermanos Musulmanes han logrado colocar en el poder a un hombre leal a ellos. En el vecino Egipto, el exjefe militar y candidato a la presidencia Abdul Fatah al Sisi ha dicho que los islamistas Hermanos Musulmanes no tendrán futuro allí si él gana en las próximas elecciones. En una reciente entrevista, Sisi también declaró que los Hermanos estaban acabados. "Quiero decirles que no he sido yo quien ha acabado con ellos [los Hermanos]. Ustedes, los egipcios, han sido quienes han acabado con ellos". Sin embargo, los miembros del movimiento en Egipto ahora no tienen más que cruzar la frontera con Libia para encontrar un refugio seguro y construir allí una nueva base para amenazar a todo el Norte de África y a Oriente Medio.