Hace menos de un año, Turquía e Israel acordaron poner fin a su alejamiento diplomático, que duraba ya seis años, y normalizaron oficialmente sus relaciones. Mandaron como embajadores a Kemal Okem para Israel y a Eitan Naeh para Turquía, dos destacados diplomáticos de carrera que desde entonces han estado esforzándose a fin de normalizar lo formalmente normalizado. Como algunos observadores –incluido este humilde corresponsal– advirtieron en 2016:
Erdogan ha accedido pragmáticamente a darse el apretón de manos con Israel, pero su hostilidad ideológica hacia el Estado judío y su romance ideológico con Hamás no han desaparecido; así que es posible que la 'paz' turco-israelí no sea fácil de sostener.
En mayo, sólo medio año después de la normalización, Erdogan dio su palabra de que trabajaría con el pueblo palestino para impedir la "judaización de Jerusalén". He aquí el Erdogan clásico. La promesa del presidente turco no era muy diferente de una llamada a la lucha para impedir la "catolización del Vaticano".
Es de historia básica que el periodo preislámico de Jerusalén (3300-1000 aec) aparece en el libro del Génesis –los tiempos de Abraham, Isaac y Jacob–, cuando los antepasados de Erdogan eran, probablemente, cazadores en las estepas de Asia Central. Los años 1000-732 aec marcaron el periodo de los antiguos reinos de Israel y Judá. Dicho simplemente, la historia judía de Jerusalén se remonta a miles de años antes del nacimiento del islam.
Sin embargo, según Erdogan, hay una necesidad de "protegerse contra la judaización de Jerusalén". En su discurso de mayo, Erdogan repitió una apelación previa a los musulmanes de todo el mundo a "visitar la mezquita de Al Aqsa", ubicada en el Monte del Templo de Jerusalén. "Como comunidad musulmana, tenemos que visitar con frecuencia la mezquita de Al Aqsa", dijo. "Cada día que Jerusalén está bajo ocupación es un insulto para nosotros".
Jerusalén, con el Monte del Templo en primer plano. (Foto: Lior Mizrahi/Getty Images). |
En 2016, 26.000 turcos (de una población de 80 millones) visitaron la mezquita de Al Aqsa. Erdogan dijo igualmente que quería a "cientos de miles de musulmanes" en ese lugar sagrado musulmán para "inundar Jerusalén [de musulmanes] y expulsar a los ocupantes".
Durante su reconciliación con Israel, Ankara se comprometió a dejar de apoyar a Hamás; incluso expulsó a Saleh al Aruri, el oficial de más alto rango de dicha organización presente en suelo turco. Pero hubo informaciones que indicaban que en realidad Erdogan no estaba dispuesto a cumplir su parte del acuerdo. El periodista Yoav Zitun escribió en Ynet News:
La presencia de Hamás en Turquía se mantiene a pesar de la salida de Saleh al Aruri, que dirigió Hamás en Turquía antes de abandonar el país por exigencia de Israel durante las negociaciones de reconciliación.
Sus sucesores están reclutando a estudiantes palestinos para que estudien en países musulmanes en general y en Turquía en particular. Los estudiantes son después enviados al Líbano o a Siria para que reciban entrenamiento militar, y desde allí regresan a la Margen Occidental para perpetrar atentados contra Israel.
Zitun refería algunos casos inquietantes:
Por ejemplo, hace dos meses las IDF [Fuerzas de Defensa de Israel] y el Shin Bet [servicio de seguridad israelí] detuvieron a un palestino que había estado viviendo en el Chipre turco durante varios años. En agosto de 2015, Qazmar fue reclutado en Jordania por Hamás, recibió entrenamiento militar y realizó prácticas con explosivos. En una reunión con operativos de Hamás en Estambul el pasado enero, recibió instrucciones de reclutar terroristas en la Margen Occidental utilizando tarjetas de memoria encriptadas.
Otro caso muy conocido atañe a Mohamed Murtaya, que fue líder de una organización de ayuda humanitaria del Gobierno turco en Gaza. Según declaró el Shin Bet tras su arresto, se acusaba a Murtaya de transferir millones de dólares donados por Ankara a operativos de Hamás.
Que el dinero turco vaya a parar a individuos que se han comprometido a la aniquilación de Israel tiene que ver con la ideología, no con la ayuda humanitaria.
Mientras se presenta como el guardián internacional de la causa islamista, desde 2004 Turquía ha invertido millones de dólares en 63 proyectos diseñados para "defender y fortalecer el legado y el carácter musulmanes de Jerusalén". El dinero se canaliza normalmente a través de un organismo gubernamental, la Agencia Turca de Cooperación y Desarrollo (TIKA). En su empeño de "defender y fortalecer el legado y el carácter musulmanes de Jerusalén", Turquía se ha asociado con el jeque Raed Salah, líder de la Rama Norte del Movimiento Islámico en Israel, y con el jeque Akram Sabri, exmuftí de Jerusalén. Los dos se oponen al derecho de Israel de existir.
Como me preguntó delicadamente un amigo estadounidense: "¿No se supone que Turquía iba a invertir millones para ayudar a reconstruir Gaza?". No lo parece, mientras esté la ideología de islamista de por medio.