Evitar luchar contra múltiples enemigos en diversos frentes es una vieja estrategia militar. Los dirigentes islamistas turcos han decidido, sobre todo en los últimos cinco años, hacer justamente lo contrario.
En primer lugar, han polarizado deliberadamente a la sociedad, dividiéndola según criterios musulmanes en religiosa y laica, para reforzar sus bases electorales conservadoras. En 2013 reprimieron brutalmente a millones de manifestantes que tomaron las calles para protestar contra el partido del Gobierno, el AKP (Partido de la Justicia y el Progreso). Acusaron a Israel y a Occidente (incluidos los medios de comunicación, una aerolínea alemana e incluso a "fuerzas intergalácticas") de orquestar las protestas.
A finales de 2013, el AKP rompió con quienes eran sus aliados desde hacía mucho tiempo, los gülenistas, así llamados por Fetulá Gülen, un influyente predicador musulmán que se ha exiliado a Estados Unidos. Hace poco, el Consejo de Seguridad Nacional turco añadió al movimiento de Gülen a la lista de organizaciones terroristas. En el último año y medio las autoridades han expulsado, arrestado, procesado o purgado a miles de agentes de Policía, fiscales y jueces de los que se sospechaba que eran gülenistas.
Hoy, aparte de los terroristas de Gülen contra los que lucha el Gobierno turco, hay una organización terrorista marxista leninista, el DHKP-C, y el Partido de los Trabajadores del Kurdistán (PKK), brazo armado del movimiento político kurdo, que están luchando por el autogobierno o la autonomía del sudeste de Turquía, predominantemente kurdo. En 2013 se estableció un alto el fuego, después de que casi 40.000 personas murieran en los enfrentamientos producidos desde 1984.
Sin embargo, hace poco volvió a estallar la violencia cuando el pasado 20 de julio un yihadista suicida mató a 32 personas en una reunión de jóvenes activistas humanitarios pro-kurdos celebrada en una pequeña localidad turca en la frontera con Siria. Desde entonces, no ha habido ni un sólo día sin enfrentamientos entre las fuerzas de seguridad y los militantes del PKK. Cientos de personas ya han muerto o han resultado heridas en esta nueva oleada de violencia. De manera análoga, los alevíes, miembros de una escisión del islam chií, y que a menudo son considerados herejes por los suníes del AKP, están cada vez más tensos al seguir careciendo incluso de reconocimiento oficial para sus lugares de culto.
En casa, el AKP está combatiendo contra decenas de millones de turcos laicos, ateos, kurdos, alevíes, el PKK, el DHKP-C y la red clandestina de los gülenistas. No es una lista breve.
Cuando Siria parecía relativamente estable, Ankara libraba una guerra fría contra el régimen del presidente Bashar al Asad en Damasco. Ahora, cuatro años después, aparte de contra Asad, los turcos están librando una guerra fría contra los kurdos sirios que han creado un zona que abarca buena parte del territorio fronterizo entre Turquía y Siria, y Ankara se ha unido recientemente de manera oficial a la campaña aliada contra el Estado Islámico (EI) y un número indeterminado de grupos vinculados a Al Qaeda que operan en el norte de Siria. Un alto cargo de las fuerzas de seguridad me dijo: "¿Contra cuántos grupos está luchando Turquía en Siria? Me gustaría saberlo".
En cuanto a sus vecinos, Turquía no tiene relaciones diplomáticas con Chipre desde 1974, cuando invadió el tercio norte de la isla; tampoco los tiene con Armenia desde 1991, cuando ésta logro la independencia con la disolución de la Unión Soviética. Además, Ankara tampoco tiene plenas relaciones diplomáticas con Siria, Israel, Egipto, Libia y el Yemen.
Como remate, Turquía, que pretende liderar el mundo islámico, no se ha reunido en un foro político con los 22 integrantes de la Liga Árabe desde 2012, debido a su crisis política con Egipto. El presidente turco, Recep Tayyip Erdogan, no reconoce la legitimidad del presidente egipcio Abdel Fatah al Sisi, e insiste en que el legítimo presidente es Mohamed Morsi, líder de los Hermanos Musulmanes, que se encuentra en prisión.
El cuatro de agosto, la Liga Árabe condenó los ataques aéreos turcos contra bastiones del PKK en el norte de Irak, e instó a Ankara a reconocer la soberanía iraquí.
Turquía parece una casa atestada y ruidosa en medio de un barrio particularmente ruidoso, inestable y violento. La mitad de la gente que vive en la casa suele buscar pelea con la otra mitad a diario. La casa a menudo está ardiendo por culpa de las peleas. Pero además sus propietarios también están enemistados con la mayoría de los tipos peligrosos del barrio. A diario hay luchas de bandas y emboscadas, y la mayoría de los crímenes se queda sin resolver.
Pero los tipos cabreados de la casa turca siguen creyendo que un día serán los más duros del barrio, a los que todo el mundo temerá y respetará. Ni siquiera se dan cuenta de que suelen ser el hazmerreír de los vecinos.