El 9 de noviembre se iba a celebrar una manifestación antirracista en Umeå, en Suecia, para conmemorar la Kristallnacht (la noche de 1938 en que 400 judíos fueron asesinados en Alemania, y otros 30.000 varones judíos detenidos y enviados a los campos de concentración). Solo tenía una pega: los judíos de Umeå no habían sido invitados a la manifestación. La razón que se dio, según uno de los organizadores, Jan Hägglund, es que la manifestación "se iba a percibir como una situación desagradable o insegura para ellos".
El proceso que ha llevado a esta situación surrealista, en la que una manifestación antirracista en Suecia para conmemorar la Kristallnacht pueda ser percibida por los judíos como una amenaza, lleva gestándose mucho tiempo. Esta manifestación tenía cierta importancia. Las personas que la organizaban no eran extremistas. Cuatro de los ocho partidos en el Parlamento sueco participaban en su organización.
Esta manifestación antirracista y los extraños acontecimientos que la rodean representa un proceso que, lamentablemente, lleva tiempo dándose en Suecia. Un nuevo tipo de antisemitismo sueco ha ido cobrando fuerza, y la ciudad de Malmö ha sido su buque insignia.
En enero de 2009, una manifestación proisraelí en Malmö fue atacada por árabes que gritaban "¡Putos judíos!". La Policía no pudo proteger a los manifestantes de los huevos y las botellas que les tiraban. El evento tuvo que interrumpirse temporalmente cuando los árabes empezaron a lanzar fuegos artificiales contra los manifestantes.
En 2010, por primera vez –pero no la última–, la sinagoga de Malmö fue atacada. El mismo año, el Centro Simon Wiesenthal empezó a aconsejar a los judíos que no visitaran Malmö, "debido al acoso contra los ciudadanos judíos".
Hoy, Malmö es una ciudad muy conocida por su antisemitismo, y se caracteriza por él. Los judíos de Malmö no pueden mostrar públicamente que son judíos sin sufrir hostigamientos. Muchas familias judías, que llevaban siglos allí, han huido. En octubre de 2015, dos miembros del Parlamento sueco participaron en una manifestación propalestina en Malmö en la que la gente gritaba consignas antisemitas y alababa los apuñalamientos palestinos que se están produciendo contra judíos israelíes.
La razón de que un país como Suecia se haya visto afectado por el antisemitismo extremo se debe en gran parte a la inmigración de Oriente Medio. El mundo árabe y musulmán –y, desde 1979, la República Islámica de Irán, que ha amenazado varias veces con el genocidio– sigue demonizando a los judíos en sus medios estatales. Es probable que el mundo árabe y musulmán quiera en parte justificar su conflicto con Israel. Y, también en parte, es probable que muchos miembros del establishment y de los ciudadanos de esos países se crean las teorías conspirativas antisemitas y las calumnias repetidas cada día en sus medios y mezquitas.
Muchos de los que llegan conservan su entorno de Oriente Medio, incluso después de haberse establecido en Suecia. Muchos, especialmente en zonas de inmigrantes como Rosengård, en Malmö, suelen ver los medios árabes, que transmiten mensajes antisemitas sin cesar.
Al mismo tiempo, a los miembros de esta población se les permite votar en las elecciones suecas, así que los partidos suecos se centran en el voto árabe. Este cortejo se debe simplemente a una cuestión demográfica. Hay menos de 20.000 judíos en Suecia; solo en 2014 se concedió asilo a más de 20.000 sirios.
Además, para votar en las importantes elecciones municipales, ni siquiera hace falta ser ciudadano sueco. Esta peculiaridad es la razón de que haya tan pocos políticos que hablen siquiera del antisemitismo árabe, pese a los varios reportajes y documentales suecos que demuestran que el creciente antisemitismo de Suecia ha sido importado en gran parte de Oriente Medio.
También es por eso por lo que la mayoría de las organizaciones antirracistas de Suecia prefieren hablar de "islamofobia". Casi todas ellas están subvencionadas por los contribuyentes o están vinculadas de algún modo con los partidos políticos, lo que significa que hay un entendimiento demasiado empresarial entre los partidos políticos y las organizaciones antirracistas. La mayoría de los partidos políticos no es que favorezcan exactamente a las organizaciones antirracistas que hablan de antisemitismo árabe. Dichas organizaciones tienen dificultades para conseguir subvenciones, o se les corta la financiación, o ven cómo los miembros de sus juntas directivas empiezan a dimitir.
Pese a que llegan más musulmanes a Suecia y más judíos huyen de ella –o tal vez por eso–, la mayoría de los activistas antirracistas de Suecia consideran que la islamofobia es el problema más grave. La influyente organización antirracista Expo ha hecho varios mapas de la islamofobia, pero, a pesar de la intolerancia existente, no ha hecho ni un solo mapa del antisemitismo.
Si se hace un mapa del antisemitismo en Suecia, también hay que hablar, claro, de la inmigración de Oriente Medio. No hay muchos en Suecia que quieran hacerlo: a los que hablan del antisemitismo árabe se les llama racistas.
En lugar de un debate sobre el nuevo antisemitismo sueco, lo que aparecen son soporíferas columnas de opinión cuyo mensaje es que se debería hablar menos del Holocausto en las escuelas suecas, para que no se ofendan los jóvenes árabes. Al criticar una propuesta del Gobierno para combatir el antisemitismo mediante la ampliación de la educación sobre el Holocausto, Helena Mechlaoui, profesora de instituto de Historia, Religión y Filosofía, escribió:
Si hablamos de los estudiantes de Oriente Medio, quizá sea porque muchos de ellos han sufrido experiencias traumáticas relacionadas con las políticas israelíes o americanas. Y los dos Estados se suelen ver como uno solo, lo cual no es del todo incorrecto. Pueden haber perdido a uno o más hermanos, primos, padres o compañeros en un bombardeo israelí o americano. Muchos de ellos están aquí, en Suecia, porque se han visto obligados a abandonar sus casas por culpa de la ocupación, la guerra o la miseria en algún campo de refugiados. Pueden tener padres lesionados que no pueden lidiar con la vida, y puede que aún les queden familiares en zonas de conflicto. Es probable que se hayan encontrado hostilidad en Suecia. En este contexto, tal vez no es deseable empezar a hablar del Holocausto.
La inmigración de los países árabes ha afectado completamente a cómo ve la inmensa mayoría de los suecos el antisemitismo. El antisemitismo ya no es algo que la sociedad sueca condene. Varios famosos han hecho recientemente declaraciones antisemitas, y sus carreras no se han visto afectadas. El rapero sueco Dani M difunde teorías conspirativas antisemitas en las redes sociales y en sus canciones. Después de que varios medios suecos informaran en detalle, a finales de 2014 y principios de 2015, sobre cómo Dani M difunde teorías conspirativas antisemitas, éste apareció en un programa de telerrealidad en septiembre, en uno de los mayores y más consolidados canales suecos, TV4. Cuando se criticó a TV4, el productor ejecutivo del programa, Christer Andersson, respondió:
Los principales valores de TV4 son cero racismo y siempre lo han sido, que yo recuerde, pero no podemos vetar a las personas que no sientan de la misma manera. TV4 es un portal por el que pasan personas con opiniones diferentes y debemos tener un amplio nivel de aceptación.
He aquí uno de los medios más importantes de Suecia describiendo el antisemitismo como una mera "opinión diferente". Durante el mismo periodo, otra empleada de TV4 utilizó la palabra nigger (término despectivo hacia los negros) en un vídeo de YouTube y la despidieron a los dos meses. Así que el antisemitismo es aceptable, pero no el racismo contra los afrosuecos.
En otro ejemplo, la famosa cara de la televisión sueca Gina Dirawi, de origen palestino, escribió en su blog en 2010 que los actos de Israel podían compararse a los de Hitler. Después, en 2012, de nuevo en su blog, aconsejó a la gente que leyera un libro que cuestionaba el Holocausto. El mensaje del libro era que cuando los nazis perseguían a los judíos, actuaban en defensa propia. Hoy, Gina Dirawi presenta varios programas en la SVT –la emisora pública sueca– y presentó el especial de Navidad de la SVT en 2015. Como Dirawi es musulmana, su elección despertó algunas suspicacias. También va a presentar en 2016 el concurso musical Melodifestivalen, uno de los eventos musicales más populares de Suecia.
Lamentablemente, está claro que en Suecia el antisemitismo no es algo que perjudique tu carrera. Los medios suecos, al igual que el Gobierno, tampoco están interesados en el problema del antisemitismo. Cuando el think tank sueco Perspektiv På Israel presentó las pruebas en mayo de 2015 de que el director en el país de Islamic Relief difundía publicaciones antisemitas en Facebook, nadie en los medios tuvo interés en escribir de ello, pese al hecho de que Islamic Relief recibe financiación de Sida, la agencia del Gobierno sueco responsable de la ayuda oficial a los países en desarrollo.
Los medios suecos ni siquiera permitieron que se publicara un artículo de opinión de Perspektiv På Israel al respecto. Nyheter24, uno de los que se negaron, escribió un email a Perspektiv På Israel que decía: "A los lectores, por decirlo suavemente, no les interesa este asunto concreto".
Como columnista del periódico Samtiden, cité las declaraciones racistas de Islamic Relief en un artículo de opinión, y la información también se publicó en The Jewish Press. Los medios suecos no mostraron ningún interés, aunque hubiese pruebas de que una organización que cobra de los impuestos suecos publica declaraciones antisemitas en las redes sociales.
Es importante señalar que todos estos incidentes se han producido en un país en el que se suele criticar que se utilice la expresión inmigración masiva simplemente porque suena racista. El antisemitismo es lo único que no se critica en Suecia. Todas las demás formas de racismo, incluso cosas que algunos dirían que podrían simplemente clasificarse de racismo, son criticadas, y de forma implacable.
Aunque el nuevo antisemitismo en Suecia tiene su origen en el antisemitismo árabe o islámico, pensar que el antisemitismo en la Suecia de hoy es únicamente el de Oriente Medio es reduccionista por naturaleza. El antisemitismo en Suecia se ha convertido en un smorgasbord con varios componentes que se refuerzan entre sí. Algunos de ellos son:
- Inmigración a gran escala de países donde el antisemitismo está normalizado.
- Fuerte implicación propalestina entre los políticos suecos, que ha dado lugar a un debate surrealista sobre el conflicto israelo-palestino, en el que se demoniza injustamente a Israel.
- Afán de los partidos políticos suecos por ganar los votos de los inmigrantes.
- Multiculturalismo tan acrítico con las culturas extranjeras que no puede diferenciar entre cultura y racismo.
- Temor a parecer críticos con la inmigración.
- Legitimación de importantes instituciones suecas, como la Iglesia de Suecia, del antisemitismo mediante el apoyo al documento de Kairos Palestine.
La combinación de estos factores crea una situación en la que el antisemitismo puede crecer sin encontrarse con ninguna resistencia o crítica real. En Komvux, un programa de educación para adultos en Suecia, en la ciudad de Helsingborg, sucedió lo siguiente: un profesor sustituto defendía los hechos en torno al Holocausto durante una clase, después de que un alumno preguntara si el Holocausto había sucedido realmente. La administración de la escuela criticó al profesor sustituto con los siguientes argumentos: "Lo que es historia para nosotros no es la historia de los demás. (...) Cuando tenemos otros alumnos que han estudiado otros libros de historia, no tiene sentido enfrentar datos con datos".
Esto ocurrió en febrero de 2015 en una importante ciudad sueca. Podría haber pasado en cualquier ciudad sueca en la que el nuevo antisemitismo esté en alza. Una escuela sueca ya no sabe si el hecho de que el Holocausto existiera es algo que vale la pena defender. El smorgasbord antisemita normaliza el antisemitismo en Suecia.
Cuando se informó a mediados de noviembre de que la ministra de Exteriores sueca, Margot Wallström, declaró: "Los judíos están haciendo campaña contra mí", la noticia no tuvo mucha repercusión en Suecia. No era la primera vez que un famoso político sueco hacía declaraciones antisemitas y quedaba impune, y no será la última.
Volvamos al 9 de noviembre de 2015, a Umeå, y a la marcha antirracista para conmemorar la Kristallnacht, a la que los judíos no fueron invitados, y a la presentadora del especial de Navidad de este año que ha expresado varias veces opiniones antisemitas, y a las escuelas que no están seguras de decir si el Holocausto sucedió o no, y a un país donde en general lo normal es no invitar a los judíos.
Los medios no informan de ello. A los políticos no les importa. Y todo el mundo sabe que, en Suecia, los antisemitas se salen con la suya en todo lo que les dé la gana.